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Reportaje:

Tejidos que explican la vida y el arte

Arquitectura, pintura y ciencia se unen en una exposición en La Casa Encendida

Amelia Castilla

Los bocetos, los planos, las fotos del proyecto y una de las vigas-hueso de hormigón -Miguel Fisac se inspiró para diseñarlas en unos huesos de vaca que había comprado en el mercado- que decoraban la marquesina del Centro Hidrográfico de Madrid, realizado por el arquitecto en 1961, se exponen al lado de una impactante fotografía del Femur de una mujer de 28 años del paleoantropólogo Tim Bromage. Esta imagen, según se explica en la cartela, que figura pegada en el suelo, en realidad está compuesta de más de 250 fotografías realizadas con un microscopio y ensambladas de manera automática para dar lugar a una única imagen de alta resolución. Junto a estas obras, también en ese área se muestra la obra pictórica de Gordillo Ética para cisnes. Los tres trabajos forman parte de la exposición Tejidos. Óseos, pictóricos, arquitectónicos, que se inauguró ayer en La Casa Encendida y en la que participan paleoantropólogos, pintores y arquitectos de tres generaciones.

"Integrar disciplinas como la ciencia, la pintura y la arquitectura nos permite realizar un análisis de las formas como fuente de conocimiento: las formas de los tejidos óseos encierran los misterios de la evolución humana; las arquitectónicas del devenir histórico y social, y las pictóricas nos ilustran sobre lo espiritual", asegura Juan Luis Moraza, escultor, profesor de Filosofía del Arte y uno de los comisarios de la muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 7 de enero.

Un juego de encuentros

Las coincidencias entre formas arquitectónicas, pictóricas y científicas se ponen de manifiesto a lo largo de toda la muestra, en un juego de encuentros donde no resulta fácil separar qué es arte y qué es ciencia. "Cuando se mira cualquier parcela de la realidad con suficiente profundidad normalmente encontramos: complejidad, forma y emoción", añade el comisario. Y cualquiera de esas sensaciones asaltan al espectador al contemplar las obras de la exposición. Basta reparar, por ejemplo, en las obras tituladas Detalles de escamas de tenca de peces procedentes de lagos de Rusia para descubrir las enormes diferencias entre las escamas de un pez, que vive en un lago lejos de la central nuclear de Chernóbil, y la degeneración sufrida en las escamas de otra tenca que vive en un lago cerca de la central nuclear. También sorprende comprobar que apenas se notan diferencias estéticas entre la imagen de la obra pictórica de Daniel Verbis, un artista que trabaja con plastilina de colores, y El ataque en la cueva de Atapuerca, una fotografía de la microanatomía de un hueso realizada mediante microscopio que permite determinar que los huesos procedentes de Atapuerca se vieron afectados por un ataque bacteriano durante la fosilización.

La idea de confrontar imágenes generadas por tres disciplinas tan diferentes surgió hace tres años, cuando Moraza visionó unas fotografías microscópicas de cartílagos y huesos que le facilitaron dos paleoantropólogos como parte de su investigación científica. A ese trabajo se sumó después el proyecto Cáncer y Evolución Humana. En el catálogo de la muestra se añade que el análisis de la forma es fundamental en la investigación científica. "A partir del exterior llegamos a conclusiones acerca de la esencia y la función de los organismos y sus partes. De la misma manera, la forma es la expresión artística de un mapa del espíritu humano. Partiendo de esa premisa las posibilidades de análisis de lo externo se vuelven infinitas y fascinantes".

La finalidad y el reto de una muestra de estas características pasa por romper con la predisposición de la que se parte a la hora de mirar los distintos elementos culturales. "¿Si decimos que un objeto es una escultura significa que tiene más valor?", se pregunta el comisario señalando una maqueta del arquitecto Federico Soriano, de unas viviendas sociales de Barakaldo (Vizcaya), inspiradas en las chimeneas de Altos Hornos. La respuesta tiene que ver con su manera de trabajar, un método que aprendió observando a unos arqueólogos en Roma. "En la excavación se guarda todo. Tan valiosas resultan las joyas como la basura, porque ambas son restos que nos permiten investigar".

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