Todo el mundo pide el voto de todo el mundo
Las campañas electorales catalanas tienen siempre algunas características propias que las hacen especialmente interesantes y algunos diríamos, simpáticas. En la que está en marcha, por ejemplo, resulta llamativo constatar que todo el mundo pide el voto de todo el mundo, en la confianza, al parecer, de que los votantes catalanes pueden viajar cómodos por casi todo el arco electoral, sin necesidad de hacer grandes aspavientos ni juegos malabares. Todos los partidos tienen la convicción, además, de que movimientos relativamente pequeños de votos pueden cambiar en pocos días las previsiones de las encuestas y complicar sustancialmente sus expectativas de gobierno con unos y con otros.
Por eso, quizás, Artur Mas pide sin mayores problemas, al mismo tiempo, el voto de Carod Rovira, el de Piqué y el que se le fue a los socialistas en 2003. Piqué, aparentemente cada vez más seguro de la solidez del suyo propio, se lanza en la recta final a reclamar papeletas de un sector de CiU y de otro del PSC, y Montilla hace guiños al voto útil de Saura, al de los más sensatos de ERC y, desde luego, al de los catalanistas a los que Mas les pueda parecer demasiado arrogante y conservador. Saura, por supuesto, cuenta crecer no sólo con el voto clásico de su partido, Iniciativa per Catalunya Verds, sino también a costa de algunos que se vayan del lío de ERC y con otros que se marchen de Montilla.
No es extraño que las campañas catalanas tengan un toque especial y que los dirigentes autonómicos procuren tratarse entre sí con bastante corrección. En estas elecciones, todo el mundo podría terminar haciendo Gobierno con todo el mundo, salvo Josep Piqué, que, gane quien gane, sabe que quedará fuera de la Generalitat, y Joan Saura, que sólo puede gobernar si se reproduce el tripartito.
Lo que hace interesante esta campaña es, precisamente, esa sensación de que pequeños cambios pueden terminar produciendo resultados enormemente distintos. En los pocos días que quedan de mítines y reuniones (las elecciones se celebran, excepcionalmente, en miércoles, el próximo día 1) puede ocurrir que quien salió de gran favorito (Artur Mas) no consiga despegarse tanto del PSC como para impedir que se forme un nuevo tripartito. O que, por el contrario, quede demostrado que los socialistas sólo pueden ganar la Generalitat cuando se cubren, como hizo Pasqual Maragall, con una espesa capa tan catalanista que parezca casi nacionalista.
Al mismo tiempo, lo que hace simpática la campaña es que al margen de lo que sientan los políticos protagonistas, da la impresión de que los ciudadanos votantes contemplan las alternativas sin especial dramatismo, como si estuvieran favorecidos por una cierta ausencia de sectarismo que aparece, por el contrario, con toda ferocidad, en otros comicios.
El toque simpático lo acentúan las campañas de propaganda y de publicidad, bastante más creativas que las que suelen acompañar a los candidatos en las elecciones generales. La de ERC resulta hasta humorística en la idea de que sus dirigentes no son marcianos sino personas normales y corrientes. Por eso, en la cartelería, Carod Rovira aparece afeitándose y Joan Puigcercós oliendo un sabroso tomate. "Som com som", dice el eslogan principal. Ciertamente.
Este año, en el afán por resaltar el lado más humano de los políticos, los asesores han permitido que sus respectivas esposas contesten a todo tipo de largas entrevistas y cuestionarios, detallados y atrevidos. Así, los electores se han terminado enterando de cosas realmente insólitas. Por ejemplo, gracias al Avui sabemos como son "al llit". Mas es fantástico, atento y cariñoso. "No estaría mal poder comparar... pero no se puede", asegura su mujer. La esposa de Carod Rovira considera que el mérito es de los dos y de vivir 30 años juntos, "porque la práctica ayuda". Además, le compra pequeños calzoncillos negros. La mujer de Montilla testimonia que es francamente apasionado y que se lo pasa muy bien jugando... La de Piqué todavía no ha respondido a ese cuestionario, pero en otro de El Periódico confiesa que le quiere tanto que le perdonaría alguna infidelidad... La de Saura, ella misma teniente de alcalde de Barcelona, asegura que los dos hicieron terapia psicoanalítica. "Es la mejor inversión que he hecho en mi vida". Resulta todo un poco extraño, pero se agradece el sentido del humor y el que todos los candidatos sonrían en sus fotos de campaña. solg@elpais.es
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