_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Apuestas sociales

Esta semana se ha firmado el II Pacto para la Economía Social. Junta de Andalucía, a través de su Consejería de Innovación, sindicatos más representativos y Cepes-Andalucía han decidido continuar apostando por una economía que se revela como un sistema eficaz para la creación de empleo. Cooperativas, sociedades laborales y autónomos, que son los grupos mayoritarios que conforman la economía social están de enhorabuena. Con este segundo pacto se ratifican como un instrumento económico cada vez más potente en Andalucía, se les da carta de naturaleza a nivel público. Es verdad que algunos sectores, en concreto los que pertenecen a la economía de corte tradicional y también por algunas posiciones inmovilistas, que este sistema se ha visto frenado en su desarrollo. El hecho de que se trate de una economía que encuentra históricamente sus raíces en el movimiento obrero para hacer frente a situaciones de necesidad de los propios trabajadores es una de sus causas. Otra, la desconfianza hacia toda actividad empresarial que no busque el ánimo de lucro como único objetivo, como ha sido la atención de aquellas necesidades que surgían en los entornos más deprimidos. Sin embargo la desconfianza inicial que podría generarse por estas circunstancias como también por el hecho, nada despreciable, de que la economía de corte tradicional no podía ver con buenos ojos que se estableciera una tercera vía para hacer frente a las necesidades económicas sin regirse por criterios exclusivos de rentabilidad y beneficio, han tenido que dejar paso a esta realidad. Una realidad que, sin dejar de lado su aspecto de interés, mira más por la persona y por la solidaridad, haciendo que su hacer individual sea la base del hacer colectivo.

En este sentido hay que mirar esta economía. También encuentra su razón de ser que estos movimientos económicos estén refrendados por la Constitución y por el Estatuto de Autonomía en sus artículos 129 y 69, por los que se obliga a los poderes públicos a fomentar el cooperativismo. Y es así porque con aquella realidad y con este soporte, constitucional y autonómico, resultaba obligado que la acción de gobierno que se ejerce por la Junta de Andalucía dedicara su atención a este sistema económico y de valores. También que los sindicatos más representativos, como son UGT y CC.OO, refuercen con su presencia la validez de este II Pacto.

No obstante, y pese a todas las bondades que representa este sector, hay que evitar que la presencia de Administración, sindicatos y el nuevo horizonte que se abre, le haga perder sus auténticos valores. Unos valores que muestran cómo desde la iniciativa y desde el trabajo se puede acceder a la titularidad empresarial sin perder su razón de ser. Es uno de sus rasgos fundamentales como también su desapego a la Administración. Desde esta óptica puede considerarse una tercera vía, pues se distingue de la economía que se entronca exclusivamente con el capital y de la que se residencia exclusivamente en el Estado. Ésta es su importancia, por lo que hay que evitar los riesgos que la desnaturalicen. Unos riesgos que pueden evitarse si los sindicatos se introducen en esta nueva forma de gestión y acomodan su forma de actuar en la empresa tradicional con estas nuevas modalidades empresariales. También si desde el gobierno, necesariamente obligado a fomentar estas sociedades por lo que representan para la persona y su avance en la socialización del trabajo, no introduce factores que disminuyan la autonomía de las instituciones representativas de la economía social. Unas exigencias que CEPES, como máximo órgano de representación, debe exigir. También impedir que el esfuerzo de la acción pública se diluya en aquellos miembros de la economía social que buscan su propio y exclusivo beneficio. En tanto estos riesgos no se hagan realidad, este II Pacto va a seguir ayudando a que la economía social se mueva con mayor fortaleza en estos tiempos de globalización, y hará posible que el trabajo avance en su socialización, haciendo más verdad las apuestas que, constitucional y autonómicamente, se han hecho por esta Economía.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_