Los problemas de Prodi
Un Gobierno formado por una decena de partidos, que gana las elecciones por un pelo y que está obligado a aplicar recetas amargas para sanear la economía del país, es consciente de antemano que la vida no le va a ser fácil. Romano Prodi lo asumió y comprendió cuando llegó al poder en Italia hace apenas medio año, pero probablemente no preveía que la popularidad que la coalición de centro-izquierda que él dirige se desvaneciera tan pronto: casi 20 puntos en los últimos tres meses. ¿Por qué? debe preguntarse Il Professore. La respuesta es sencilla: a nadie le gusta que le suban los impuestos, ni acepta de buen grado sacrificios por muy necesarios que sean. Si a eso se añade que el primer ministro anuncia estar resuelto a terminar con el fraude fiscal y liberalizar sectores tan corporativistas como el de la abogacía, la farmacia o el taxi, se entiende que el camino esté lleno de espinas.
El drama de Prodi es que no tiene una formación propia desde la que vertebrar su proyecto político, hoy por hoy poco claro, y que su madurada idea de fundar un partido en 2007 con la fusión de los Demócratas de Izquierda y La Margarita comporta riesgos. Deberá antes vencer las resistencias que despierta el plan entre militantes de los dos grupos. Pero es que, además, comienza a dar señales de flaqueza en las reformas al ceder a las presiones sindicales y al funcionariado para dulcificar los presupuestos del año próximo, que contemplan rebajar el déficit público del 4% actual al 2,8%. Son previsiones que empiezan a no ser creíbles, como demuestra la decisión de las firmas de calificación de riesgo Standard & Poor's y Fitch de rebajar la valoración crediticia de la deuda italiana.
Prodi estudia presentar una moción de confianza para aprobar la ley presupuestaria. Probablemente, si llega a ello no tendrá serios problemas para sacarla adelante, sabedor de que, por el momento, no hay alternativa de gobierno por mucho que las encuestas coloquen por primera vez desde los comicios de abril a la alianza conservadora de Berlusconi un punto por encima. Il Cavaliere no ha remontado de las cenizas y su coalición no parece tan sólida como piensa. El peligro para Prodi está en su propia coalición; ya hay discrepancias públicas entre ministros.
En contraste con las dificultades internas, la política exterior de su Gobierno arranca con buenas notas: presteza en el envío de tropas a Líbano, ingreso en el Consejo de Seguridad de la ONU y presencia más activa en la Unión Europea. Pero los italianos creen que eso no basta para sacarles de la depresión que arrastran desde hace tiempo, pese a copas mundiales y por muy honrado que sea su poco carismático primer ministro.
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