España, Suiza y los trasplantes
Basta leer por encima la crónica Suiza adopta una ley calcada del sistema español de trasplantes, considerado modélico (EL PAÍS, 16-10-06) para darse cuenta de que su patriótico titular es engañoso. Los suizos no han copiado nuestro sistema. Ni siquiera conocen su funcionamiento real: atribuyen el alto índice de donaciones en España a la "extraordinaria concienciación de los españoles", o sea al altruismo, cuando es el dinero el que lo impulsa. Los coordinadores, médicos y enfermeras de los equipos de trasplantes españoles reciben, más o menos disfrazada y aparte de sus sueldos, una retribución especial por trasplante hecho, retribución sustanciosa que los mantiene en alerta continua, diligentes en identificar y seguir a todos los enfermos potenciales donantes que entran en el hospital y en persuadir a los familiares para que autoricen la extracción de los órganos. Porque cuantas más donaciones, más trasplantes, y cuantos más trasplantes, más retribución especial. El sistema español paga dinero por los órganos, los compra, de hecho, no a los familiares, pero sí a los cuidadores del donante. Si esa retribución especial, que no existe en ningún otro país, se suprimiera, el índice de donaciones caería seguramente en picado. España es la primera en trasplantes porque emplea un medio no ético, el dinero, que el fin no puede justificar y las restantes naciones civilizadas rechazan. En la donación de sangre, que no tiene premios financieros, España está entre las últimas de Europa.
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