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Reportaje:

Un oasis sin humo en Huertas

Los dueños de uno de los pocos locales que han prohibido fumar piden auxilio a la ministra de Sanidad porque se están arruinando

Jerónimo Rodríguez da otro sorbo a la cerveza y lleva su mano al paquete de tabaco en un movimiento reflejo. Después se acuerda, se levanta y, refunfuñando, sale a la calle. Allí, por fin, da la calada. Apura el cigarrillo, vuelve a la barra. Así una, dos, tres veces en un mismo aperitivo. Jerónimo es el único cliente a las dos de la tarde en ElHecho, un café-bar-restaurante "libre de humos" en plena calle-fumadero de Huertas. La aldea irreductible de los galos, en versión antitabaco. "Mire, yo sigo viniendo para que hagan un poco de caja, los pobres, porque soy cliente desde hace 25 años. Pero esto de la prohibición es una faena. Y un error. Yo ya se lo dije al dueño: te vas a arruinar. Y mire", dice Jerónimo señalando las 10 mesas vacías del local.

"Los no fumadores son mayoría, pero se dejan arrastrar por quienes fuman", protesta la dueña

El ElHecho, en efecto, se está arruinando. Eso dicen sus dueños, que el pasado enero, entusiasmados con la ley antitabaco, se declararon "espacio libre de humos"; 10 meses más tarde han perdido "más del 30% de la clientela". Ahora, desesperados, han escrito una carta a la ministra de Sanidad, Elena Salgado, pidiendo ayuda económica o coherencia política (esto es, una ley más contundente). Si no reciben ni una ni otra, no les quedará más opción que volver a ser fumadero antes de Navidades.

"Estamos a punto de rendirnos", admite Blanca Escobar, propietaria del local -y de otros dos en la misma zona, todos libres de humo- junto a su marido. "Esta ley castiga a quien más se compromete con ella: los locales pequeños que optamos por ser espacios sin humo. ¿Va a apostar el ministerio por los espacios sin humo, sí o no?", inquiere esta empresaria. La ley obliga a los establecimientos grandes (más de 100 metros cuadrados) a reservar la mayor parte del espacio a los no fumadores y crear, si quieren, zonas reducidas -y separadas- para fumar. Pero a los locales pequeños les permite optar: o para fumadores o para no fumadores. Y el 90% -según la asociación madrileña de Empresarios por la Calidad del Ocio- lo han tenido claro: prohibir el tabaco no es rentable.

"Al principio pensábamos que incluso nos iría bien económicamente; que, en una calle llena de bares con humo, el ElHecho sería el referente para los no fumadores. Pero está claro que los no fumadores, aunque somos más, no arrastramos a los amigos fumadores cuando salimos de copas, sino al revés: nos dejamos arrastrar. Somos pasivos pero de verdad", suspira Escobar.

Los trabajadores del ElHecho han contemplado estos meses muchas situaciones como ésta: un grupo de nueve personas entra a comer; sólo dos fuman. "Cuando sacan el tabaco y les advertimos de que no se puede, el grupo entero se levanta y se va. ¡Es ridículo!", cuenta Lola, una de las camareras. El rato de la comida aún se salva, pero en la sobremesa empieza la fuga. El café y la copa, para muchos, van asociados al cigarrillo.

Escobar cree que si la ley se hizo, entre otras cosas para proteger la salud de los trabajadores, el ministerio no puede discriminar a quienes trabajan en el sector de la hostelería. "Debería estar prohibido fumar en cualquier bar, salvo en los que, por su tamaño, puedan crear espacios separados. Pero en los pequeños, en todos. Lo contrario es discriminatorio". Una portavoz de Sanidad admite que esa discriminación se produce, pero alega: "Una ley que prohibiera fumar en todos los bares no sería asumible en este país. Así lo entendió, al menos, el Parlamento, que es quien aprobó esta ley".

El ElHecho se ha dado "un mes, máximo dos" para decidir si sigue resistiendo o se rinde. Depende de usted, cliente.

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