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Reportaje:

Adiós desde La Habana

Charles Aznavour graba en Cuba un disco junto a Chucho Valdés que el francés plantea como su despedida musical

Ninguno de los dos necesita presentación musical. Charles Aznavour, 82 años y cientos de canciones en la memoria romántica del siglo XX, es la voz y la profundidad de los textos. Chucho Valdés, que acaba de cumplir 65 años en el altar del jazz latino, es el ritmo, la magia del piano y los arreglos. Llevan encerrados dos días en un estudio de grabación de La Habana y el resultado no puede ser más alentador: una decena larga de canciones que hablan de temas serios y melancólicos pero con una sonoridad viva y animosa, mezcla géneros como el chachachá, el son, el mambo, el bolero o el danzón. Aznavour se ha planteado este trabajo como su despedida musical, su último "legado".

El disco, que saldrá en febrero, todavía no tiene título, pero su alma y sentido está en una canción de igual nombre que habla de lo que él quisiera "legar" ante la llegada de esa "puta inmunda" que viene con la guadaña y contra la cual nadie puede. El cantante franco-armenio dice que el telón va a bajar definitivamente, que se acaban el ego y los aplausos y queda un tiempo breve para despedirse; una canción que es a la vez reflexión existencial, balance, testamento. En contraposición a este epílogo, Chucho emplea ritmos afro y arreglos fuertes pero a la vez cadenciosos, una auténtica bocanada de aire fresco y cubano que acompaña el mensaje duro de Aznavour, que para esta canción le pidió expresamente una música alegre y viva.

Para el cantante francés el telón va a bajar, se acaban el ego y los aplausos

Es el espíritu de todo el trabajo: textos profundos y sinceros, todos de reciente composición y cantados en francés, que hablan de problemas de la humanidad y del ser humano, de penas y tristezas, internas o sociales, y del amor que pasa. A veces las canciones son denuncias descarnadas, otras son pensamientos melancólicos, pero en todos los casos Aznavour ha querido que la melodía sea cálida y vibrante, música latina y luminosa contrapuesta a la seriedad de los textos.

"Éste va a ser un disco histórico, los resultados que estamos obteniendo en la grabación ya se sienten como algo diferente", asegura Chucho Valdés durante una pausa en los estudios Abdala de La Habana. Valdés dice que ha sido un honor que Aznavour lo haya seleccionado para este proyecto inusual: "La estrategia es increíble, nunca había visto a nadie que se le hubiera ocurrido contraponer unas letras y un mensaje de tal profundidad con este tipo de acompañamiento vivo y rítmico. Es un trabajo que dará que hablar".

La historia del dúo Aznavour-Valdés se remonta al verano pasado, cuando Chucho iba a dar un concierto con Michel Legrand cerca de la ciudad francesa de Nîmes, donde Aznavour posee una casa de descanso. El cantante francés estaba preparando el disco y buscaba una sonoridad latina, pero no sabía exactamente cuál. Fueron presentados y después asistió al concierto de Chucho y Legrand, y quedó fascinado. Posteriormente le envió a La Habana las canciones y melodías, sobre las que Valdés ha trabajado con libertad hasta llegar al estudio.

"Yo conocía perfectamente el estilo de Aznavour, sus canciones, su modo de cantar, y me fue fácil entrar en su mundo", afirma el pianista. El entendimiento entre ambos funcionó desde el primer momento, y si Chucho se acopló a lo que quería el francés también ocurrió lo contrario. El cuarteto con que trabaja Valdés quedó sorprendido de cómo Aznavour atacó el son tradicional que es la base de Oui, uno de los temas del disco, que tendrá como invitados especiales a Pablo Milanés, Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, quienes cantarán tres canciones a dúo con el intérprete de Venecia sin ti y La bohemia.

En realidad, es la primera vez que Aznavour se ha acercado a los ritmos latinos de forma tan intensa, pues en su anterior experiencia con la música cubana, el dueto que hizo con Compay Segundo al interpretar Morir de amor, se limitó a acompañar al legendario trovador.

Diferente y con anhelos

Ahora lo que priman son sus textos, su mensaje, sus penas y preocupaciones y, por supuesto, también sus anhelos. En Banlieu (Extrarradio), Aznavour habla con dolor y rabia de los arrabales de las grandes ciudades donde los emigrantes viven en casas de 15 metros cuadrados y campa la miseria, el alcoholismo, las peleas, la represión policial, el abandono, todo lo que está detrás de las explosiones sociales que todos conocemos. Otra canción denuncia la irresponsabilidad y el egoísmo del ser humano que destruye la naturaleza, los mares, la tierra, en su afán de apropiarse de los recursos naturales por intereses económicos. Esta "canción ecológica", como la califica el propio Aznavour, tendrá ritmo de chachachá y, como otras muchas, se podrá bailar, dice Chucho. "No es fácil definir cuál es el estilo del disco, no sé cómo catalogarlo: es música romántica francesa con ritmo cubano, es algo diferente, no sé más".

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