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Uno de cada tres ecuatorianos elige presidente en el exterior

La emigración, sobre todo a EE UU y España, marca la vida cotidiana en el país andino

Jorge Marirrodriga

"Yo no tengo candidato preferido. Estos políticos nos tienen enfermos". Magdalena Jara, una empleada del hogar de 41 años, pone pocas esperanzas en que las elecciones presidenciales que celebra hoy Ecuador sirvan realmente para cambiar algo. En un país donde los tres últimos presidentes elegidos en las urnas fueron derrocados en medio de grandes escándalos, la opinión de Jara refleja el cansancio de un electorado que en una proporción importante hoy acudirá a votar más por los problemas administrativos que genera la abstención -el voto es obligatorio- que por convencimiento de que las cosas puedan cambiar.

Ecuador es un país de 14 millones de habitantes, de los cuales unos siete viven bajo el umbral de la pobreza y otros tres han emigrado en los últimos años. Estados Unidos (con dos millones) y España (con medio millón) son los principales países receptores de esta emigración. Y desde las más altas jerarquías del Estado hasta los ciudadanos de a pie consideran que la mayor parte de estos emigrantes jamás va a regresar, lo cual genera un problema de desestructuración familiar que empieza a ser preocupante y marca la vida cotidiana.

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"La emigración ha dado mucha tristeza: hijos sin padres, familias rotas...", explica Magdalena Jara, cuyo marido vive desde hace ocho años en Nueva York y el dinero que envía es fundamental para mantener a su mujer y tres hijos de 16, 14 y 12 años. Ella también lo dejó todo en una ocasión y pasó seis meses trabajando con una familia cerca de Madrid.

A pesar de los mensajes de cambio radical que desde perspectivas distintas plantean los dos principales candidatos -el economista de izquierdas Rafael Correa y el multimillonario de derechas Álvaro Noboa- para algunos analistas locales las elecciones de hoy no suponen una gran diferencia con otras anteriores que también fueron consideradas históricas y que pocos meses después generaron un desencanto que desembocó en un estallido social.

"Este país es lo mismo de siempre", opina Fanny Murillo, una empleada que gana 160 dólares al mes en un país en el que un litro de leche vale 50 centavos. Murillo también tiene un familiar en el extranjero. Uno de sus ocho hermanos vive en Madrid. "Ya no alcanza la plata como antes", subraya respecto a la dolarización de la economía decretada en 2000 y de la que se declara contraria, aunque reconoce que "los precios no suben".

La dolarización -y todo lo que ello significa- es uno de los puntos en torno a los que gira tanto la vida cotidiana de los ecuatorianos como los proyectos de los candidatos. Correa es contrario a ella, aunque es consciente de que tal vez no sea posible volver atrás. Noboa quiere mantener el dólar como moneda nacional y firmar un tratado de libre comercio con Washington.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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