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El habitante 300 millones de EE UU

Los inmigrantes aceleran el crecimiento demográfico en el tercer país más poblado

Yolanda Monge

A las 13.00 de ayer (4.00 en la España peninsular), el reloj de la oficina del censo de Estados Unidos (http://www.census.gov/population/www/popclockus.html) mostraba un marcador con 299.963.313 personas.

Un nacimiento cada 7 segundos; una muerte cada 11; la llegada de un inmigrante cada 31. En un día cualquiera nacen 11.000 niños y 3.000 inmigrantes cruzan alguna frontera de EE UU.

A ese ritmo, a finales de esta semana o principios de la próxima, Estados Unidos alcanzará el hito de los 300 millones de habitantes; se especula con que sea el próximo lunes. Nunca se sabrá el nombre de la persona que hará que el contador muestre ocho ceros, ya que el reloj cuenta la población a través de una estimación logarítmica que tiene en cuenta los variables nacimientos, muertes e inmigración.

El quién y el dónde no se conocerá de forma exacta. Así que nadie ganará un viaje a Disneylandia, ni a ningún bebé se le obsequiará con una canastilla y un sueldo de por vida; pero eso no está impidiendo las especulaciones.

"¿Quién será el número 300 millones?", se preguntaba con ironía hace unos días el humorista Jay Leno en su night show de la NBC. "Sin duda", se respondía, "un inmigrante latino entrando ilegalmente en California". Con más rigor pero apuntando en la misma dirección, aunque esta vez dentro de la legalidad, el demógrafo William Frey de la Brookings Institution predice que quien tendrá el honor de llevar a Estados Unidos a ser el tercer país más poblado del mundo después de China e India será "un bebé nacido en Los Ángeles de una madre mexicana".

Los latinos, añade Frey, son el segmento de la población que más rápidamente está creciendo en el país, y en concreto Los Ángeles es el área más poblada por esta inmigración y donde más niños y niñas nacen cada día. Ahora mismo las apuestas científicas están dos a cinco a que no será el nacimiento de un niño latino sino que será un inmigrante, que aterrice legalmente en un aeropuerto de la Unión o cruce de forma ilegal el desierto de Arizona, quien llevará la población estadounidense a los 300 millones de humanos.

Para ser un país rico y desarrollado, EE UU goza de una fertilidad extraña que hace que su población crezca de forma dinámica, en contraste con lo que sucede en Europa Occidental y Japón. ¿La razón? La inmigración, asegura el demógrafo Frey. Los inmigrantes, legales e ilegales, son responsables del 40% del crecimiento de la población. Y su presencia actual, sobre un 12% del total, es más del doble que cuando se alcanzaron los 200 millones de personas, lo que sucedió en 1967, hace 39 años, y lo anunció entre aplausos el presidente Lyndon B. Johnson.

Se hizo época en 1915, cuando se alcanzó la cifra de 100 millones. "Cada 100 nuevos millones se han añadido más deprisa que los 100 anteriores", se asegura desde la Oficina del Censo de EE UU. "Costó más de 100 años llegar a los 100 millones; 52 años batir el récord de los 200 y menos de 40 en pulverizar esa cifra y convertirla en 300 millones. Dentro de 37 años, se espera sobrepasar los 400".

Pero esto podría cambiar si la ansiedad que provoca la inmigración entre algunas capas de la población se concreta cerrando las fronteras. En ese caso, la población de EE UU tomaría derroteros muy parecidos a los que vive Europa. De hecho, muchos de los babyboomers (los que nacieron en la explosión demográfica posterior a la II Guerra Mundial) que se oponen a la inmigración podrían estar mordiendo la mano que les da de comer.

A pesar de los temores a una superpoblación y la consiguiente falta de recursos -EE UU representa al 4% de la población mundial, pero consume el 25% del petróleo del planeta-, las vidas de los 300 millones han mejorado considerablemente en comparación a cuando se contaron 100 millones. La longevidad ha crecido desde los 55 años en 1915 a los 71 en 1967 y ahora se sitúa en 78 años.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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