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Inseguridades

Joan Subirats

Llevamos unos días sumergidos de nuevo en el tema de la inseguridad en Barcelona. "Guerrilla urbana", "Frente contra los vándalos", son algunos de los titulares con que han adornado estos días sus portadas numerosos medios de comunicación. Y vamos pasando de esta forma de la anécdota a la categoría. Leemos en La Vanguardia: "El Ayuntamiento ha sido demasiado permisivo" (Xavier Trias); "En Barcelona hay un efecto llamada a los radicales" (Alberto Fernández Díaz). Y en medio de las dos declaraciones, una nota nos informa de que "una pelea en un tren acaba con destrozos", sin que sepamos a ciencia cierta si los juerguistas que pasaron de la fiesta al gamberrismo ferroviario tienen algo que ver con los lanzacoheteros de hace unos días. La guinda en esta forma de utilización abusiva de los incidentes del pasado sábado y de esta ceremonia de la confusión, la tenemos en el anuncio del pasado martes por el que el ministro del Interior (aparentemente de acuerdo con las autoridades comunitarias y locales) decide aplazar la cumbre de ministros de vivienda de la Unión Europea prevista en Barcelona, "por razones de seguridad". Pues hablemos de inseguridad, o mejor, hablemos de inseguridades.

El vanguardismo extremo de unos cuantos, el distanciamiento que genera la violencia de sus métodos, no puede dejar en la oscuridad muchos de los elementos que agitan las vidas de decenas de miles de personas en esta ciudad. Es un argumento muy típico el considerar que la exclusión social, la pobreza, la marginalidad, son espacios sociales potencialmente generadores de comportamientos delictivos. Y así van convirtiéndose en peligrosos ciertos barrios o ciertos colectivos, como jóvenes o inmigrantes. Pero todos sabemos, asimismo, que las élites económicas y políticas no están al margen de prácticas delictivas. La visibilidad de unos y otros delitos, la capacidad de protección jurídica y social de unos y otros son también muy distintas. La "inseguridad ciudadana" ha crecido en Barcelona. De acuerdo. Pero, si ésta es la respuesta, ¿cuál es la pregunta? ¿De qué inseguridad o de que inseguridades estamos hablando? ¿Sólo hay un tipo de violencia? ¿Quién ejerce violencia y de qué tipo contra quién? ¿Quienes son las principales víctimas de estas violencias y de estas inseguridades? ¿Dónde y en qué espacios se ejerce la violencia? ¿Qué respuestas debemos dar ante las distintas formas de violencia? ¿No es violencia el que un anciano esté desprotegido ante el acoso inmobiliario? ¿Es agresivo un mercado que no permite el acceso a la vivienda a miles de afectados? ¿La precariedad laboral genera vulnerabilidades y fragilidades, o es simplemente algo natural, propio de los tiempos? ¿Es de "sentido común" preguntarse estas cosas, o hay algo perverso en tales cuestionamientos?

Deberíamos avanzar en la redefinición de nociones como seguridad, violencia, víctima y grupos vulnerables. Las fuerzas del orden deberían replantearse sus relaciones con la comunidad. Están empezando a darse algunas experiencias interesantes (participación de mossos en planes comunitarios...), pero son experiencias aún de poco recorrido y que no resultan tan vistosas como las imágenes de guerrilla urbana. No nos escudemos detrás del grupito del sábado pasado para desconvocar una conferencia de ministros de vivienda que es claramente una provocación en una Barcelona cuyo alquiler medio está casi en el doble del salario mínimo, y en la que llevamos semanas de creciente movilización por una vivienda digna. Las declaraciones cruzadas y contradictorias de Rubalcaba, Tura, Nadal y Hereu demuestran sólo la poca capacidad de enfrentarse a un problema que requiere cambios estructurales de gran calado en el propio modelo de desarrollo económico y financiero del país.

Nuestra ciudad está sufriendo grandes transformaciones económicas y sociales. Y estas transformaciones no se producen sin que los costes y los beneficios se repartan desigualmente. Hay quien gana y hay quien pierde con todo ello. Los procesos de cambio a que nos referimos tienen una fuerte expresión en la distribución espacial urbana de funciones, usos y colectivos sociales. La ciudad hacia la que avanzamos genera fuertes erosiones de vínculos sociales y comunitarios y, frecuentemente, de segregación de los colectivos sociales más vulnerables en espacios urbanos infradotados de equipamientos, de servicios, de espacios públicos... Las intervenciones públicas acaban muchas veces reforzando esos elementos de transformación urbana en los que los agredidos, los que sufren la violencia y la inseguridad del cambio son los que menos recursos de todo tipo tienen. Trabajemos a fondo contra las inseguridades, contra las violencias que atraviesan nuestra ciudad. Generemos capacidad de respuesta ciudadana. Seamos sensibles a los impactos sociales que está provocando un deslizamiento notable de la ciudad hacia la lógica de escaparate y de distrito comercial y turístico. Y no simplifiquemos de tal manera la realidad que acabemos pensando que todo se reduce a creernos nuestras propias mixtificaciones y juegos de intereses para identificar las inseguridades de la ciudad con unos cuantos jóvenes estigmatizados y convertidos en nuestro particular "eje del mal".

Joan Subirats es catedrático de Ciencias Políticas de la UAB.

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