El Kremlin desencadena una campaña de acoso y expulsión de georgianos
La policía de Moscú rastrea a los emigrantes ilegales a través de los niños de las escuelas
La policía rusa quiso ayer utilizar a los niños como arma en su campaña contra Georgia, pero tuvo que dar marcha atrás ante la repulsa provocada por el intento de rastrear a los emigrantes ilegales de origen georgiano a partir de los apellidos de los escolares moscovitas. De forma expeditiva, 132 georgianos acusados de ser emigrantes ilegales fueron deportados por vía aérea desde Moscú a Tbilisi, mientras siguen los cierres de casinos regentados por georgianos y las redadas en los mercados del país con un balance de miles de detenidos hasta ayer sólo en la región de Moscú.
De la histeria no se libraron personajes de origen georgiano conocidos como Zurab Zereteli, el escultor favorito del Ayuntamiento de la capital rusa, ni el escritor de novelas policiacas Boris Akunin, cuyas finanzas e impuestos, respectivamente, eran inspeccionados, según la emisora El Eco de Moscú. Tanto Zereteli como Akunin son ciudadanos rusos y el segundo, que en realidad se llama Grigori Chjartishvili, nació en Rusia y no habla la lengua de sus antepasados. "No pensé que llegaría a vivir cómo se realizan limpiezas étnicas en el país", dijo el escritor. En Moscú viven unos cien mil georgianos y se calcula en casi un millón el número de residentes en Rusia.
La noticia, según la cual el conflicto político entre el Kremlin y Georgia se había transferido a los escolares, la dio ayer por la mañana Kommersant. Según este diario, las comisarías de Moscú llamaban a las escuelas y les pedían la lista de los alumnos con apellido georgiano para que la policía pudiera inspeccionar el permiso de residencia y de trabajo así como la declaración de impuestos de sus padres. La ley rusa prevé que todos los niños, con independencia de la situación legal de sus progenitores, tienen derecho a ser escolarizados.
La reacción de los responsables de la enseñanza fue clara. Liubob Kézina, jefe del departamento de Educación de Moscú, dijo que no se permitiría la discriminación étnica de los escolares, porque "no se puede luchar con los niños". Ella Pamfílova, jefa del Consejo Presidencial para el Desarrollo de la Sociedad Civil, que asesora al presidente Vladímir Putin, calificó de "intolerable" esta iniciativa.
En nombre del Ministerio del Interior, Valeri Gribakin, negó la existencia de una operación de rastreo, y ya bien entrada la tarde, el general Vladímir Pronin, el responsable de la policía de Moscú, desmintió la información sobre el requerimiento de las listas de escolares. El general, sin embargo, "no excluyó que se hubieran podido producir intentos de recoger información por parte de funcionarios policiales" y afirmó que, si éste era el caso, se adoptarían medidas disciplinarias contra "los funcionarios con exceso de celo", según Interfax.
Deportaciones
En la deportación de georgianos efectuada ayer por Rusia se cometieron ilegalidades, según el cónsul georgiano en Moscú, Zurab Pataradze, ya que entre ellos había personas que tenían visado y permiso de residencia. Los deportados estaban internados en centros de emigrantes ilegales y en todos los casos había una orden judicial de expulsión, según las autoridades rusas.
Desde Tbilisi llegaron ayer cerca de dos centenares de ciudadanos rusos que habían expresado su deseo de repatriarse. Por todas partes, las autoridades rusas parecían encontrar de repente delincuentes georgianos -y sólo georgianos- que han ignorado durante años. En Moscú se clausuró el casino Cosmos, que, según la policía, había estado "bajo el control de un grupo delictivo georgiano". El comentarista Alexandr Arjángelski advertía de las peligrosas consecuencias que la histeria puede tener para Rusia. A los "pacíficos comerciantes georgianos" o bien "los arruinarán o les impondrán un doble tributo", y el lugar de los mafiosos de esta nacionalidad será ocupado por otros grupos delictivos, ya sean azerbaiyanos, chechenos o de las provincias rusas, afirmaba.
Pese a este clima de excitación, la Duma Estatal de Rusia aprobó ayer dos acuerdos firmados con Tbilisi, uno que contempla la retirada de las tropas rusas de sus bases en Georgia hasta fines de 2008 y otro, que establece las condiciones de tránsito militar por su territorio, algo que es importante para Moscú para el abastecimiento de su base militar en Armenia.
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