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Israel mantiene una posición en Líbano tras la retirada de los últimos pueblos del sur

Naciones Unidas espera que las fuerzas israelíes completen el repliegue esta semana

Fernando Gualdoni

Un mes y medio después del fin de la guerra, el Ejército israelí retiró ayer casi todos sus soldados del sur de Líbano, con la excepción de unos pocos efectivos destacados en Ghanjar, una localidad cuya mitad es israelí desde la ocupación en 1967 de los Altos del Golán. El Ejército hebreo abandonó los últimos poblados del sur libanés entre la noche del sábado y la madrugada de ayer y, según la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL), se espera que la salida se complete en esta semana.

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Retirada israelí

"Los israelíes se fueron esta mañana muy temprana... Espero que no vuelvan nunca más", asegura Rayah Abdullah, vecina de la fronteriza Marwahin, donde hasta este fin de semana soldados israelíes mantenían puesto de control de tres o cuatro horas diarias y en la que, el jueves, las fuerzas israelíes se encontraron por primera vez con soldados franceses de la FINUL. Para Rayah, la retirada es el fin de una pesadilla.

La hermana de Rayah, Zahra, y sus sobrinos Hadi, de seis años, y Myrna, de 13, murieron junto a otras 20 personas en una de las más sangrientas matanzas de civiles de la guerra de 34 días librada entre Israel y la milicia chií libanesa de Hezbolá y que concluyó el 14 de agosto. Sucedió el 15 de julio cuando 27 libaneses, la mayoría niños, murieron cuando intentaban huir de Marwahin. Un helicóptero Apache israelí disparó un misil contra la camioneta en la que viajaban a Tiro. Los restos del vehículo yacen hoy junto a las tumbas de las víctimas en el cementerio de un poblado mayoritariamente suní, que nada tiene que ver con Hezbolá.

Ayer, lo más cerca que estaban los soldados israelíes de Rayah eran mil metros, detrás de una puerta cerrada con cadenas y candado y protegida por alambre y un cartel: "Peligro, minas". Del otro lado, impasibles, una decena de militares hebreos, junto a un blindado y un Hummer, observaban a los periodistas acercarse a unos metros del paso fronterizo. Ayer se celebró la fiesta judía de Yom Kippur o Día del Perdón, la más sagrada de su calendario.

No muy lejos de Marwahin, en la ciudad fronteriza de Maroun al Ras, Hasan Asad Selim también se sentía aliviado por la marcha de los israelíes. Desde lo alto del pueblo no dejaba de observar el territorio de Israel. "Se fueron ayer al anochecer", dice Selim mitad en árabe y mitad en el castellano que recordaba de sus años de emigrante en Venezuela. Desde el promontorio en el que estaba Selim se divisaba con nitidez la ciudad israelí de Aalma. "Todo ese terreno que nos separa es tierra prohibida, nadie puede pisar allí sin que los israelíes le disparen", explica.

Durante toda la mañana de ayer, vehículos de la FINUL, entre ellos blindados y vehículos ligeros del Ejército español, patrullaron la frontera para comprobar si Israel había cumplido su palabra de retirarse. El Gobierno de Tel Aviv amagaba con sacar a sus soldados desde hace una semana y no lo hacía aduciendo que no era seguro. A media tarde, las fuerzas de la ONU corroboraban la salida de casi todas las fuerzas, con la excepción de Ghajar.

Este poblado alauí en la frontera sirio-libanesa fue capturado por Israel en 1967 junto al territorio de los Altos del Golán. En 2000, tras la retirada israelí de Líbano, fue dividido por la ONU, que puso dos tercios de la villa bajo control libanés. En parte de este terreno, ayer aún permanecía desplegada una unidad hebrea, cuya salida la FINUL prevé para mediados de esta semana con el fin de que la retirada militar se complete definitivamente, según la resolución 1701 de la ONU.

Un soldado israelí engancha su carro de combate cerca de Malcia a un transporte para su retirada de Líbano.
Un soldado israelí engancha su carro de combate cerca de Malcia a un transporte para su retirada de Líbano.REUTERS

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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