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El sector energético echa chispas

Las empresas españolas temen ser barridas por compañías extranjeras y preparan la defensa

Va a ser una carrera por la supervivencia. Y en ella se van a jugar, además de miles de millones de euros, algunas carreras profesionales y muchos egos. Con la OPA del grupo alemán E.ON sobre Endesa más o menos encarrilada tras la reciente cumbre hispano-alemana, el sector energético español espera la señal del Gobierno para liberar las tensiones acumuladas, con especial intensidad desde hace un año.

Esta semana, el nuevo ministro de Industria, Joan Clos, ha iniciado la ronda de contactos con los presidentes de las compañías energéticas, un selecto y reducido grupo que comparte un mismo miedo: el de ser engullidos (y despedidos) por los gigantes energéticos europeos (E.ON, RWE, EDF, Enel). Gráficamente, en la asociación patronal eléctrica Unesa se admite que "en los próximos meses va a haber movimiento [empresarial] y el que no lo provoque, lo va a sufrir". En el escenario post-OPA, los focos se centran sobre tres compañías: Iberdrola, segunda eléctrica del país; Unión Fenosa, controlada por la constructora ACS (en buenas relaciones y con negocios conjuntos con La Caixa) y una Gas Natural que, con el supuesto triunfo alemán, quedaría en una notoria soledad.

Todavía no hay movimientos concretos, pero ya han empezado los sondeos
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Todavía no hay movimientos concretos, pero sí sondeos. En el relativamente acotado espacio de negocios hispano todo el mundo se conoce y las cacerías, los consejos de administración compartidos y las recepciones han sido, y siguen siendo, espacios ideales para intercambiar mensajes y explorar posibles acuerdos.

Pero habrá que esperar el desenlace de las ofertas sobre Endesa. Un proceso que, según reconocen fuentes del grupo alemán E.ON, puede durar aún unos meses. Ante la galería, todos los protagonistas en el proceso de las OPA sobre Endesa mantienen su discurso. El presidente de Endesa, Manuel Pizarro pide más dinero (hasta 35 euros por acción) y que no se desmantele el negocio para recomendar a los accionistas la oferta alemana. Por su parte, Gas Natural mantienen la oferta que lanzó en septiembre de 2005. Pero la situación ha cambiado tras el encuentro del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, y la canciller alemana, Angela Merkel. La partida se libra ahora en tres escenarios, el de Bruselas, el del Gobierno de Madrid y el de los tribunales.

En los tribunales, Manuel Pizarro, tiene la llave. Puede solicitar la retirada de las medidas que solicitó tanto en el Tribunal Supremo, contra la autorización de la OPA de Gas Natural, como en el juzgado Mercantil número 3 de Madrid, contra el acuerdo de compraventa de activos de Endesa firmado entre Gas Natural e Iberdrola.

Aunque la jurisprudencia no es clara sobre si esa simple petición bastaría para deshacer el ovillo judicial, podría ser bien acogida para poner fin a un asunto enrevesado que, según manifestaciones del propio presidente del Supremo, podría prolongarse hasta el año 2008.

Gas Natural por su parte, tendrá que decidir si va hasta el final del proceso de OPA para ganarlo, si mantiene posiciones simplemente para incomodar al gigante alemán o si desiste en su segundo intento en pocos años de crear una empresa integrada de gas y electricidad. La decisión puede madurar esta misma semana en una reunión prevista por su principal accionista, La Caixa.

Si la decisión de la compañía gasista fuera pasar página, podría hacerlo, según los expertos consultados, una vez que E.ON aceptara las condiciones que finalmente decida el Gobierno y una vez que presente el folleto de OPA a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el documento sea aprobado. Pero para Gas Natural, hoy por hoy, son simples "especulaciones". Ese paso, no obstante, también podría despejar el panorama judicial y abrir la posibilidad de pedir compensaciones.

Lo que no son especulaciones es que las empresas españolas pueden ser un bocado apetitoso y fácil de digerir en algunos casos para gigantes que, como la francesa EDF (77.333 millones de euros de capitalización), la propia E.ON (67.640) o la italiana Enel (43.858) tratan de jugar la gran liga energética europea.

Las empresas dan por descontado que el Gobierno, y más en concreto el nuevo ministro de Industria tendrá que propiciar movimientos empresariales para evitar que las empresas españolas sean barridas. El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, aparentemente, está dispuesto a jugar. Pero con condiciones. La primera, según sus manifestaciones públicas: que el Gobierno cambie las reglas del juego (desinversiones, límites a las participaciones accionariales en distintos operadores) de forma que sea posible crear grupos fuertes.

En caso contrario, y aun admitiendo que ninguna compañía española está libre de una operación hostil, Iberdrola intentará jugar en los escenarios más propicios para hacer valer su posición de sexta compañía de Europa.

Unión Fenosa, con ACS bien asentada y en posición de ganar dinero, mucho dinero, suceda lo que suceda, también está en el juego. Fuentes de la compañía que preside Pedro López Jiménez, admiten que analistas y bancos de negocios especulan sobre una posible fusión Iberdrola-Unión Fenosa. Las mismas fuentes no niegan que la operación tendría sentido empresarial (más sentido que otras posibilidades, como la unión con Gas Natural o con los portugueses de EDP-Cantábrico) ya que presenta complementariedades en el negocio de generación, sería geográficamente coherente y no plantearía problemas de competencia en áreas como la distribución eléctrica, o el gas. En todo, caso, y como es obligado, Fenosa recuerda que tiene socios potentes (Enel, ENI, los franceses de Total) y un núcleo de inversores que le permite contemplar el inmediato futuro con tranquilidad.

En general, el sector defiende la necesidad de reflexionar sobre lo que ha impedido crear un grupo energético fuerte en España. En los últimos años han fracasado todos los intentos de fusión planteados (Endesa-Iberdrola, Fenosa-Hidrocantábrico, Gas Natural-Iberdrola...), por lo que nadie es optimista en el corto plazo. "Además, hay que tener en cuenta los personalismos", destaca un alto directivo eléctrico.

José Luis Rodríguez Zapatero y Angela Merkel conversan durante el encuentro celebrado en Meersburg.
José Luis Rodríguez Zapatero y Angela Merkel conversan durante el encuentro celebrado en Meersburg.REUTERS

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