Una Europa asimétrica

En materia de energía, el mercado único en Europa no existe. Hay asimetrías en el régimen de propiedad de las empresas en los distintos países, así como en el grado de liberalización, apertura de mercados y competencia.

España, con Reino Unido, es quizá uno de los mercados energéticos más liberalizados. Lo era formalmente y, como se ha demostrado con la operación de E.ON sobre Endesa, también en la práctica. Pese a las reticencias del Gobierno español, E.ON tiene muchas posibilidades de hacerse con el control de la primera eléctrica española.

El problema es que las asimetrías entre Estados pueden impulsar operaciones de concentración que tienen más que ver con la política que con la empresa, la economía o el beneficio para el conjunto de los consumidores de la Unión Europea.

Dada la situación, hay quien pide a Bruselas más acción y más decisión para eliminar las barreras que impiden la construcción del Mercado Interior de la Electricidad. Incluso circulan análisis en los que se defiende la necesidad de una moratoria en las adquisiciones transfronterizas hasta que las reglas del juego sean iguales para todos.

Pero mientras Bruselas toma decisiones, aplica las normas. El problema, según defienden expertos de empresas españolas, es que las normas comunitarias se aplican a mercados regionales no interconectados. Y ello puede incluso acentuar los desequilibrios actuales de forma que, un avance aparente hacia el mercado único, sea en realidad un paso hacia ninguna parte.

Un regulador europeo podría ser, en opinión de algunas empresas, un paso adelante para el mercado interior de la energía.