Sabores de fusión y noches de copas
OKRA, estética 'retro' y cocina europea y asiática en un nuevo restaurante de Madrid
Lo que más sorprende de este nuevo restaurante es su extraña indefinición. No es fácil clasificar un local cuyo interiorismo evoca los pasados años setenta, que ofrece una singular cocina de fusión asiático-europea y donde uno de sus dos comedores se transforma por las noches en una suerte de lounge bar. Un lugar de elegancia fría, que se vigila con cámaras de grabación ocultas de dudosa legalidad, que se ha bautizado con el nombre de un vegetal africano que no figura en ninguno de sus platos, y cuya escueta carta, que pone a punto Leonardo Gómez, alumno de Martín Berasategui, resulta muy desigual. ¿Qué se come en Okra? Platos sencillos bajo el influjo de los arroces (glutinoso, salvaje, basmati, jazmín, carnaroli) y los aromas del curry (amarillo o rojo), ingredientes que tienden a reiterarse con una machaconería obsesiva.
OKRA
Fernando el Santo, 26. Madrid. Teléfono 917 02 38 70. Cierra: sábados mediodía, domingos y lunes noche. Precio medio, entre 45 y 55 euros. Menú ejecutivo (mediodía), 16 euros. 'Carpaccio' de atún con helado de 'wasabi', 12 euros. Corvina asada con berza y cebolleta, 16. Carrilleras de cerdo al 'curry', 16. Arroz glutinoso con crema de coco y sorbete de mango, 5,50 euros.
Pan ... 5
Café ... 6
Bodega ... 5,5
Aseos ... 7
Ambiente ... 6
Servicio ... 6,5
En los entrantes, un carpaccio de atún con helado de wasabi bastante fino, una agradable crema de puerro con bacalao que no mejora con el aceite sintético de trufa y, entre otras propuestas, un sabroso pulpo a la plancha (no a la brasa, como indica la carta) aderezado con vinagre de Módena y tanto orégano que casi se desvirtúa su sabor. Gómez, cocinero de chispa innegable aunque de técnica limitada, sabe dar un punto correcto a las carnes y a los pescados. Sin embargo, en algunas de sus recetas propende a esconder las características de las materias primas con aderezos inadecuados. Ni la finura de la corvina asada, de cocción impecable, se merece la contundente compañía de una salsa-crema de cebolleta con trufa, ni la insípida delicadeza de una buena merluza resisten el reto incisivo del tailandés lemon grass y el arroz jazmín. ¿Cuestión de gustos? ¿Problema de conceptos?
Con las carnes, donde los curries afloran una y otra vez, las debilidades gastronómicas de Gómez se disimulan mejor. Es suculento el cordero al curry con arroz jazmín; de sabor concentrado, las carrilleras de cerdo ibérico al curry con arroz glutinoso; elegante el lomo de vacuno mayor acompañado de una discutible versión de la salsa chimichurri, y muy tierno el filete de antílope, plato en el que, o bien el puré de patata, o bien el arroz salteado, están de más.
LUZ Y POSTRES
A PRIMERA vista, Okra ocupa un local atractivo, con dos defectos acusados: una iluminación nocturna insuficiente en algunas mesas y un nivel de decibelios muy elevado. Al mediodía, la casa ofrece un menú que por 16 euros (más IVA) incluye un entrante, un segundo, postre y copa de vino o cerveza. Un día cualquiera, las opciones pueden bascular entre gazpacho o ensalada de pasta con pollo, entre los primeros, y bonitoa la plancha, cordero al curryo lasaña de ternera como platos principales. Para concluir, espuma de coco con piña o helados artesanos. Los dulces, elementales y faltos de técnica, son uno de los puntos débiles de Gómez. A pesarde su contundencia, no estánmal la espuma de mascarpone con fresas ni la crema de coco con sorbete de mango, en la que sobra el arroz glutinoso. Es delicado el soufflé de chocolate, al que acompaña un extraño helado de pan de especias.
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