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Maragall exhorta a Montilla a continuar el proyecto del tripartito

Tras 1.000 días de gobierno, el presidente hace autocrítica y promete apoyar al candidato del PSC

Miquel Noguer

Con un José Montilla empeñado en convencer de que quiere gobernar Cataluña sin las hipotecas de una coalición como el tripartito, su correligionario y todavía presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, volvió a reivindicar ayer su modelo de gobierno y prometió hacer "todo lo posible" para que el nuevo presidente sea José Montilla, a quien instó a continuar su proyecto. Con todo, Maragall admitió "fallos" en el funcionamiento de su Ejecutivo por falta de unas "reglas claras" que regularan la coalición.

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En una solemne conferencia en el Colegio de Arquitectos de Barcelona en la que repasó sus 1.000 días al frente de la Generalitat y a la que también asistió Montilla, Maragall defendió la validez del tripartito, aunque admitió sus limitaciones y algunos de sus errores. Sin detenerse en los episodios más truculentos de sus 1.000 días de gobierno, a los que se refirió con un lacónico "todos los conocéis", Maragall se mostró convencido de que su paso por la presidencia de la Generalitat ha ayudado a hacer llegar el "cambio" que prometió para Cataluña. Alertó, sin embargo, de que tal cambio se encuentra "en su principio" y lejos de ser culminado. Por este motivo, y por dos veces, defendió la necesidad de continuar con el proyecto catalanista y de izquierdas vinculándolo al hecho que la Generalitat esté presidida por Montilla.

Hasta en su última frase de la conferencia Maragall expresó su apoyo a que su sucesor siga por la senda abierta hace tres años, tras la constitución del tripartito: "Haré lo posible para que el futuro presidente de la Generalitat sea una persona comprometida a hacer realidad el proyecto de catalanismo progresista de los socialistas catalanes, que hemos comenzado a construir en esta legislatura".

Y hasta se atrevió a dar algunas recetas a sus sucesores. Entre ellas, que el nuevo Gobierno no se fustigue con debates identitarios si lo que quiere es llegar a acuerdos para desarrollar el nuevo Estatuto. No en vano, estos debates, sumados a las frecuentes discrepancias internas, son los que en numerosas ocasiones han impedido que el electorado visualizara la labor gubernamental cotidiana.

Lección de autocrítica

Por este motivo, el presidente de la Generalitat tampoco ahorró en autocrítica. De entrada, identificó con toda crudeza el pecado original del tripartito: el Pacto del Tinell. Y es que, en opinión de Maragall, el acuerdo que alumbró su Gobierno fue más una "yuxtaposición de programas de tres partidos que un programa común". Aceptó también que el Pacto del Tinell se "quedó corto al definir las reglas del juego", en lo que ha insistido ya en los últimos días al recordar lo que considera deslealtades de Esquerra Republicana.

Pero ayer Maragall no quiso centrar sus críticas en ERC, sino que las hizo extensivas a los tres partidos que han formado su gobierno, incluido su formación, el Partit dels Socialistes. Y dijo que, de haber existido unas normas de relación entre él y las tres formaciones, se habrían evitado "erosiones" innecesarias. Sin citarlos, se refería a episodios como el acontecido el año pasado, cuando los dirigentes del tripartito le humillaron al impedirle realizar un cambio de carteras en el Gobierno, y a otro más reciente, cuando el aparato del PSC le impuso los nombres de los nuevos consejeros tras la expulsión de Esquerra.

Otro error de cálculo que el presidente admitió se refería a su gran objetivo político de afianzar la España plural impulsando cambios desde Cataluña. "Falta mucho camino por recorrer", dijo. Así, admitió que su Gobierno no calculó bien la reacción que los sectores españoles más nacionalistas podían tener ante su propuesta de catalanismo transformador. Citó, en este punto, campañas como la del boicoteo a los productos catalanes.

Pero en la que fue una de sus últimas conferencias como presidente, Maragall quiso eludir presentarse con una actitud derrotista e insistió en hacer de la necesidad virtud. "Hemos aprendido [la lección]", aseguró el presidente antes de lanzar su deseo de que quienes le sucedan -"la nueva generación"- continúen con su proyecto, aunque le pongan "nuevos acentos y prioridades". Incluso, ante una nutrida representación del PSC, admitió que quienes le sucedan pueden "negar el pasado" si ello sirve para que su obra no caiga en saco roto.

Esta última dosis de humildad fue aprovechada por el presidente del Partido Popular de Cataluña, Josep Piqué, para lanzar anoche una dura crítica contra el jefe del Ejecutivo catalán, su Gobierno y el PSC. "Maragall se va con humildad porque su partido lo ha despedido", dijo.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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