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El futuro de la inmigración

Merkel promete a Zapatero su apoyo en la política de inmigración

España y Alemania, aliados para relanzar la Constitución de la UE

La canciller alemana, Angela Merkel, prometió ayer a España la máxima solidaridad y todo su apoyo frente al problema derivado de la inmigración clandestina, y específicamente de la avalancha de subsaharianos que se ha intensificado sobre Canarias desde hace semanas. Merkel, que presidirá la Unión Europea a partir del próximo enero, aseguró que tratará de aprovechar el semestre para impulsar el desarrollo de la política de inmigración europea. "No es un problema español. Podría afectar a cualquier otro país", dijo.

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Al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que celebró ayer a orillas del lago Constanza la primera cumbre hispano-alemana con la nueva canciller, las palabras de Angela Merkel tuvieron que sonarle a música. Sobre todo, tras el ataque del ministro francés del Interior, Nicolas Sarkozy, que, aun expresando su solidaridad, la semana pasada afirmó en Bruselas que el problema español es consecuencia del efecto llamada de la regularización masiva.

El apoyo alemán es, en cambio, incondicional. Y Zapatero lo agradeció como tal. "Confío en que esta expresión de la canciller contribuya a que, en el seno de la UE y la Comisión, logremos la agilidad y los medios que se requieren para afrontar este problema", afirmó.

En el contexto de unas declaraciones que, como se ha visto en los últimos meses -desde que la UE acordó en enero acelerar la política en materia de inmigración- tienden a resultar retóricas, Angela Merkel señaló algún punto concreto de interés para España. Por ejemplo, cuando dijo que la Agencia Europea de Fronteras (Frontex) "debería adaptar sus métodos a la realidad". Esta Agencia Europea ha demostrado una lentitud de reacción totalmente inadecuada a la emergencia de Canarias.

La canciller alemana, que tiene también un problema serio con la inmigración del Este, insistió, en todo caso, en la necesidad de cooperar tanto a nivel bilateral como europeo, y se mostró muy sensible al argumento de que Europa tiene que invertir en el desarrollo de África para afrontar la miseria que subyace a los cayucos y pateras.

Zapatero colocó, por su parte, a la UE como eje del buen entendimiento hispano-alemán, basado, dijo, en unas relaciones económicas, culturales y turísticas muy sólidas, así como en la convicción política común de que los problemas mundiales deben ser abordados desde el multilateralismo y Naciones Unidas. Ninguno de los líderes fue, sin embargo, muy explícito cuando se les pidió que concretaran qué piensan hacer para relanzar el proceso constitucional europeo bajo la presidencia alemana.

Merkel dijo que hay que evitar la crítica a cualquier posición de partida, incluso a la francesa que propone volver a arrancar de cero, aplicando sólo algunas partes de la Constitución ya aprobada. Zapatero coincidió en que lo importante es arrancar con "la máxima voluntad política" y dijo que, para ello, hay que "incorporar a todos, a los 25", en el proyecto que arranque bajo la presidencia alemana.

La crisis de Líbano -que para Zapatero marca "el buen camino" de "una nueva época" en la política internacional, y sobre el que el Gobierno alemán decidirá hoy si participa o no militarmente- fue otro de los temas destacados de una cumbre dividida entre el contencioso económico de la OPA de E.ON sobre Endesa y unos temas políticos más difusos, que las dos partes utilizaron para intercambiar apoyos y favores, en una especie de toma y daca.

Rodríguez Zapatero y Angela Merkel, en una calle de Meersburg antes de la cumbre hispano-alemana.
Rodríguez Zapatero y Angela Merkel, en una calle de Meersburg antes de la cumbre hispano-alemana.EFE

Una cumbre de media jornada

La cumbre de ayer marcó un paso más en lo que se va consolidando como la diplomacia pis- pas del presidente Zapatero, ya que apenas duró cuatro horas, incluida la rueda de prensa y el almuerzo, pese a reunir también a cinco ministro de cada parte. Los españoles forzaron un retraso de unos 15 minutos, porque su traslado matutino desde Madrid tropezó con algún leve obstáculo.

Zapatero anunció, en cuanto llegó a La Moncloa, que las cumbres bilaterales que España celebra anualmente con cerca de una decena de países, desde Francia y Alemania hasta Marruecos, quedarían reducidas a una sola jornada. Tradicionalmente se hacían en dos, para incluir una cena de confraternización y una visita al lugar, generalmente pintoresco y algo remoto, elegido por el anfitrión. En el marco de una reducción general del número y la duración de sus viajes al exterior, el presidente ha explicado que dos horas de conversación mano a mano dan para mucho, incluso con intérpretes; y que con la mayoría de estos líderes se ve continuamente en foros multilaterales, por lo que considera razonable ir directamente al grano.

La cumbre de ayer inauguró una nueva tanda de media jornada, a pesar de que, excepcionalmente, Zapatero, que venía de Helsinki, pernoctó la noche del lunes con su esposa cerca del lugar de cita. Las dos partes insistieron en que, a pesar de las prisas, el ambiente había sido muy cordial y relajado.

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