Las megalópolis que devoran al hombre
La Bienal de Arquitectura de Venecia destaca que en 2050 el 75% de la población mundial vivirá en macrociudades
Podrían ser las ciudades motores del nuevo mundo, pero se están convirtiendo en un monstruo que estrangula a los millones de personas que pueblan sus calles. São Paulo, Caracas, Bogotá, México DF, Bombay, son algunos de los ejemplos para los que la X Bienal de Arquitectura de Venecia pide soluciones urgentes y pone como ejemplo de por dónde no debe ir el urbanismo del siglo XXI. Son las megalópolis del siglo XXI que están devorando a sus habitantes. La inseguridad, la ausencia de servicios, el consumo desmedido sin recursos con los que afrontarlo son algunos de los temas que se apuntan en la exposición central de la bienal, Ciudades, arquitectura y sociedad, comisariada por el arquitecto británico Richard Burdett. Las ciudades escogidas son Bogotá, El Cairo, Caracas, Estambul, Johanesburgo, Londres, Los Ángeles, México DF, Bombay, Nueva York, São Paulo, Shanghai, Tokio, Milán y Turín y Barcelona.
Situada en el gigantesco espacio de El Arsenale (un antiguo depósito destinado a embarcaciones y material de guerra), la exposición arranca exponiendo datos que sobresaltan al visitante: en 2050, el 75% de la población mundial estará concentrado en megaciudades; en El Cairo, el 33% de la población es menor de 15 años, y en todo Egipto las estadísticas señalan que nace un niño cada 20 segundos.
De cada una de las ciudades elegidas se exhiben fotografías con primeros planos de sus habitantes. Se hace hincapié en el hacinamiento y se explica de dónde proceden esas concentraciones urbanas. En el caso de Bogotá, una ciudad que se levanta a 2.640 metros sobre el nivel del mar, donde se sobrepasan los 10 millones de personas, se explica que las migraciones son consecuencia de la despoblación violenta del campo. La guerrilla, los narcos o los paramilitares han logrado que los campesinos abandonen los cultivos tradicionales y que intenten sobrevivir en un medio en el que no saben desarrollarse. Los cerros de Bogotá, sobrecargados de refugios hechos con materiales de desecho, forman un mosaico espectacular.
El espacio dedicado a Caracas es similar al de Bogotá. Aquí, con proyecciones en las paredes se muestra la riqueza petrolífera del país en contraposición con las condiciones de vida de más del 40% de la población, que se amontona en gigantescas barriadas de la capital venezolana que rodean altísimas torres de oficinas. Las fotografías muestran bosques coronados de hojalata en torno a dioses de ladrillo.
Pero el prototipo de lo que no hay que hacer lo representa la ciudad brasileña de São Paulo.Con más de 18 millones de habitantes, esta megalópolis, motor del nuevo mundo, sufre una división entre pobreza y riqueza como ninguna otra. Sobre su cielo permanentemente contaminado vuelan a diario más de 1.000 helicópteros privados, cuyos dueños no se arriesgan a descender entre una población que aguanta al año más de 100.000 asesinatos, según datos oficiales.
Siguiendo en América, la exposición entra en Los Ángeles, cuya área de influencia cuenta con 18 millones de personas que viven en caravanas o casas prefabricadas sin servicios muchas de ellas, salvo los que sus propietarios puedan asegurarse, según uno de los documentales que se proyecta permanentemente.
¿Hay un modelo? La esperanza está representada en una ciudad española: Barcelona. Con una población que ronda los cuatro millones de habitantes, la exposición señala una Barcelona que ha sabido reconducir su crecimiento aprovechando las obras realizadas durante los Juegos Olímpicos y durante el Fórum. Un sky line donde resplandecen las torres de la Sagrada Familia de Gaudí junto a la Torre Agbar se exhibe apoyado con un texto en el que se asegura que Barcelona ha conseguido destinar más del 40% de su suelo a espacios verdes y recreativos para sus ciudadanos.
El repaso por todas estas ciudades pretende ser una llamada de atención no sólo a los Gobiernos de cada país. En la apertura del pasado sábado, el comisario, Richard Burdett, reclamó la atención de la comunidad internacional y de los arquitectos de todo el mundo. Pidió que cuando la bienal se clausure, el próximo 19 de noviembre, se pueda elaborar un manifiesto capaz de frenar el monstruo de las megalópolis. Llamó la atención sobre la escasez de recursos energéticos y, sobre todo, la necesidad de recurrir a la creación para crecer en alianza con la naturaleza.
Babelia
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