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El Papa critica el cinismo que "considera un ejercicio de libertad la burla de lo sagrado"

Benedicto XVI insta a los maestros a mantener viva la búsqueda de Dios en las escuelas

Joseph Ratzinger, el teólogo brillante y conservador, reapareció ayer en Múnich bajo los ropajes litúrgicos de Benedicto XVI, dispuesto a derribar los mitos del racionalismo moderno. Fue en la homilía de la misa que congregó a unos 250.000 fieles en la capital de Baviera. El Papa lamentó la sordera del hombre moderno, incapaz de oír la voz divina. "Lo que se dice de Dios nos parece precientífico, inadecuado para nuestro tiempo". Ratzinger criticó el cinismo "que considera un ejercicio de libertad la burla de lo sagrado".

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Después de una primera jornada centrada en la exaltación patriótica bávara, el Papa dedicó su segundo día en Múnich a reforzar la moral de los católicos, brindándoles argumentos con los que combatir al creciente laicismo. Escogió el lugar y el momento adecuados, en la misa al aire libre que celebró por la mañana en una explanada junto a la Feria de Múnich, arropado por la cúpula de la jerarquía eclesiástica de su país. La multitudinaria audiencia estaba formada por católicos bávaros, muchos de ellos familias con niños, venidos de toda la región y de la vecina Austria, algunos vestidos con la ropa tradicional, dispuestos a aplaudir a su Papa.

Bajo la inmensa estructura blanca que protegía del sol el altar, Benedicto XVI, de 79 años, leyó con la seguridad de quien domina todos los matices del propio idioma, sin vacilar, sin dudar un instante. Mostrándose de nuevo como un gran teórico del catolicismo, sin miedo a la polémica que periódicamente generan sus palabras. Incluso entre los fieles que le escuchaban ayer se percibió más de una vez un silencio denso, más de incomodidad que de simple atención.

Armado de su dialéctica profesoral y de episodios de la Biblia, como el que relata la curación milagrosa de un sordomudo por Jesucristo, el Pontífice describió a la sociedad occidental que dirige el mundo y es el más acabado modelo de éxito, como un conjunto de hombres y mujeres sordos a la voz de Dios, por las "muchas frecuencias" que aturden sus oídos.

A juzgar por sus palabras, la sordera afecta también a la Iglesia alemana, una poderosa máquina caritativa, con decenas de organizaciones dispuestas a acudir en ayuda del Tercer Mundo, a sostener con sumas fabulosas proyectos sociales. Benedicto XVI empezó por reconocer estas cualidades, que, dijo, llevan a muchos obispos africanos a pedirle al Papa alemán que transmita a sus compatriotas su gratitud. Una salva de aplausos saludó las palabras del Pontífice. Pero los aplausos cesaron cuando Ratzinger retomó su discurso, para lamentar, siempre citando a los obispos africanos, que sólo se les ayude cuando llegan con un proyecto social en la mano, mientras sus planes de evangelización son acogidos con frialdad.

Evangelización

Y sin embargo, prosiguió Ratzinger, "la experiencia de estos obispos señala que la evangelización debe ser una prioridad". "Cuando damos a esta gente conocimiento, habilidad, competencia técnica y herramientas, les estamos dando muy poco", dijo. A su juicio, la fe en Jesús es necesaria, "para que sea posible el progreso en cuestiones sociales y pueda comenzar la reconciliación", y hasta "para combatir de una forma realista el sida, yendo a sus causas más profundas". En resumidas cuentas, "los temas sociales y el Evangelio son inseparables".

De ahí los fallos de las sociedades desarrolladas, según el razonamiento ratzingeriano. El Pontífice subrayó que africanos y asiáticos admiradores de los progresos de Occidente "no ven una amenaza real a su identidad en la fe cristiana, sino en el desprecio a Dios, en el cinismo que considera un ejercicio de libertad la burla de lo sagrado y se agarra a la utilidad como criterio moral superior en la investigación científica".

La tantas veces elogiada tolerancia de las sociedades democráticas está lejos de ser una solución a nuestros problemas. "La tolerancia que necesitamos urgentemente", dijo Ratzinger, "incluye el temor de Dios, el respeto por lo que otros consideran sagrado".

Una idea sobre la que volvió, aunque en otro contexto, en la vistosa ceremonia que celebró por la tarde, en la catedral de Nuestra Señora, de Múnich. Amante de la liturgia como es, el Papa alemán reunió a padres, niños de primera comunión, catequistas y profesores, en la celebración de las Vísperas. Ante el altar mayor de la Liebfrauenkirche, Benedicto XVI instó a los maestros a mantener viva la búsqueda de Dios en las escuelas pese a todas las dificultades.

Benedicto XVI visitará hoy el santuario mariano de Altötting y la iglesia donde fue bautizado, pocas horas después de nacer, el 16 de abril de 1927, en Marktl am Inn.

Benedicto XVI se dirige en el <i>papamóvil</i> a celebrar una misa al aire libre en una explanada junto al recinto ferial de Múnich.
Benedicto XVI se dirige en el papamóvil a celebrar una misa al aire libre en una explanada junto al recinto ferial de Múnich.REUTERS

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