¡Por fin!
La Pasarela Cibeles va finalmente a romper moldes en el mundo de la moda y en el combate contra las modelos anoréxicas y demacradas. En la edición de este año, que se celebra dentro de dos semanas, los organizadores del desfile madrileño han decidido
cambiar el criterio del tallaje por el del índice de masa corporal que establece la Organización Mundial de la Salud (el peso en kilos dividido por la altura en metros al cuadrado). La consecuencia de todo ello es que con esta regla se estima que un 30% de las maniquíes que desfilaron en 2005 quedarán excluidas ahora.
Se trata de un gesto de enorme sensatez y valentía -ninguna otra pasarela en el mundo lo ha implantado por ahora- y sobre todo una crítica firme a los patrones de delgadez extrema que muchas mujeres jóvenes imitan observando los desfiles. El mundo de la moda debe ser consciente de la gran responsabilidad que tiene en el combate contra la anorexia. Aún queda el recuerdo de los comentarios que hicieron algunas de las maniquíes que participaron en la edición del año pasado y que condujeron a la comparecencia en el Parlamento de la directora del certamen, Cuca Solana. Las modelos confesaron que utilizaron las tallas 34 y 36 y que temían que sus carreras peligraban si aumentaban de peso.
A este gesto de la pasarela hay que agregar el del compromiso logrado esta primavera entre el Ministerio de Sanidad y los empresarios y diseñadores de moda para unificar tallas de ropa con el fin de combatir la anorexia. Las palabras deben convertirse pronto en hechos, porque basta darse una vuelta por tiendas de Madrid para comprobar el engaño de las tallas: el cuerpo de una misma mujer cabe en prendas de medidas de la 36 a la 42.