Olmert autoriza otras 700 casas para colonos cerca de Jerusalén
El primer ministro israelí dice que la retirada parcial de Cisjordania no es una prioridad
Nada detiene la política de Israel de presentar hechos consumados. El Gobierno de Ehud Olmert sacó ayer a concurso la construcción de 690 viviendas en dos asentamientos judíos al este y sur de Jerusalén, en el territorio ocupado de Cisjordania. Y lo hizo precisamente el día en que el primer ministro decía que su plan de retirada parcial de Cisjordania, con el que pretendía delimitar sin negociación con los palestinos las fronteras del Estado hebreo, tendrá que esperar.
Nada detiene la política de Israel de presentar hechos consumados. El Gobierno de Ehud Olmert sacó ayer a concurso la construcción de 690 viviendas en dos asentamientos judíos al este y sur de Jerusalén, en el territorio ocupado de Cisjordania. Y lo hizo precisamente el día en que el primer ministro decía que su plan de retirada parcial de Cisjordania, con el que pretendía delimitar sin negociación con los palestinos las fronteras del Estado hebreo, tendrá que esperar.
Los movimientos pacifistas criticaron la decisión por ser contraria a los pactos suscritos por Israel y a las promesas electorales de Olmert. De las 690 viviendas, 348 se levantarán en la colonia de Maale Adumim, una decena de kilómetros al este de Jerusalén, donde ya residen casi 32.000 personas. Las 342 restantes se edificarán en Betar Ilit, al suroeste de la Ciudad Santa en las cercanías de Belén, un asentamiento habitado por ultraortodoxos que registra uno de los índices de natalidad más elevados entre la población judía. Al margen de esta ampliación, miles de casas se construyen ya en zonas periféricas de Jerusalén y el muro de hormigón continúa alargando su trazado en un intento por anexionar zonas de la ciudad conquistadas en la guerra de 1967, en las que ya residen más de 200.000 personas, aparte de las 250.000 que colonizan el resto de Cisjordania.
Olmert da así un brusco frenazo a sus planes de evacuación parcial de Cisjordania. La iniciativa supone también una flagrante violación de los compromisos adquiridos en la Hoja de Ruta (el plan de paz promovido por EE UU, la UE, la ONU y Rusia), que ordena la congelación de toda expansión de las colonias y a la que aluden a menudo los dirigentes israelíes para reanudar la negociación con los dirigentes palestinos. El Tribunal Internacional de Justicia también considera ilegales las colonias, pero los Ejecutivos hebreos siempre han ignorado esta resolución.
El primer ministro admitió abiertamente que su Plan de Realineamiento -es decir, la retirada parcial de Cisjordania para anexionar y ampliar las colonias más pobladas- no puede llevarse a efecto hoy día. "No tengo duda de que algo ha cambiado en el orden de prioridades que creía correcto", afirmó en el Parlamento. Ese plan de retirada unilateral fue el caballo de batalla de la campaña electoral que le otorgó el triunfo en marzo. Pero tras la guerra contra Hezbolá y el lanzamiento de casi 4.000 cohetes Katiusha sobre Israel, esa evacuación parcial supondría un enorme riesgo para su Ejecutivo, que atraviesa serios problemas por el acoso de la extrema derecha y los partidos que representan a los colonos. Aducen los radicales que una retirada de Cisjordania llevaría a los grupos palestinos a imitar a Hezbolá con todo el territorio israelí al alcance de sus cohetes. A calmar los ánimos de estos grupos parece destinada la medida anunciada por el Ejecutivo. Sobre todo porque el ministro de Defensa, el laborista Amir Peretz, amenaza con votar en contra de los Presupuestos si no se aprueban las inversiones sociales acordadas. Pocos auguran larga vida al actual Gobierno. Aunque Olmert, con excelentes contactos con los extremistas, podría cambiar de aliados.
Como es norma en Israel, escasísimas voces se alzaron contra la ampliación de los asentamientos. Según Paz Ahora, "esto es contrario a los acuerdos suscritos por Israel y a los compromisos difundidos en campaña por Kadima" (el partido del primer ministro). Dov Chenin, diputado de Hadash, formación de izquierdas que agrupa a árabes y judíos, apuntó que el Gabinete suprime fondos destinados a asuntos sociales para dirigirlos a la edificación de colonias.
"No tenemos problema más urgente que el de los palestinos", declaró el jefe del Gobierno antes de que su portavoz, Miri Eisin, dijera que Olmert no pone condiciones para una reunión con el presidente palestino, Mahmud Abbas. Pero es evidente que la extensión de Maale Adumim y Betar Ilit es otro obstáculo para una solución negociada que no se atisba en modo alguno. El movimiento fundamentalista Hamás, vencedor en los comicios de enero, sólo aceptaría una tregua de décadas si Israel retorna a las fronteras previas a la guerra de 1967. Desde entonces, Israel no ha cesado la construcción de colonias -que dejarían al futuro Estado palestino reducido a un puñado de bantustanes inconexos-, y rechaza todo compromiso sobre Jerusalén Este, cuya devolución exige la resolución 242 de la ONU desde hace 39 años.
Problemas aéreos para reponer armamento
Tras la guerra en Líbano, Israel necesita reponer armamento. Pero ha surgido un imprevisto. Varios países europeos han prohibido que los aviones de cargo de El Al, compañía de bandera israelí, hagan escala para reponer combustible en sus aeropuertos. "Los aparatos cargados de suministros bélicos procedentes de EE UU no reciben la autorización para repostar", apuntó Etai Regev, presidente de los pilotos. "Por lo tanto", añadió, "los aviones despegan desde EE UU con una carga mucho más ligera y están aterrizando en Israel con una cantidad de munición menor a la necesitada. Esto supone un golpe sustancial para la defensa del Estado", concluyó.
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