_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un gesto de censura

Tal vez lo más suave que puede decirse sobre la política actual de la Generalitat Valenciana es que está ensimismada. Encerrado en la jaula de hierro de la autocomplacencia y envuelto en una retórica de tonos victimistas, la acción más coherente del Consell estos últimos meses es la declaración del parque natural del Turia, algo que, como todo el mundo sabe, no cuesta dinero dado que en la tradición reciente del departamento de Territorio los parques naturales son figuras de escaso presupuesto que permiten, a veces, tocar las narices del Gobierno central poniendo obstáculos a algunas obras públicas.

Impuso desde el principio de una legislatura engorrosa el presidente Francisco Camps, en la línea general de su partido, un discurso político tan enfático para justificar los hitos triunfalistas de una política mediocre que el desgaste progresivo de su credibilidad no ha logrado activar corrección alguna. Y eso pese a que obtiene menos rendimiento de la propaganda populista cuanto mayor es el desorden que acumula una gestión rígida y sin sutilezas, escandalosamente desbocada en ámbitos como el urbanismo.

Incorporada ya a la rutina colectiva la corrupción que se amontona sobre cargos públicos del PP de Castellón, Torrevieja, Orihuela o Alicante sin que nadie se atreva a mandarlos al vestuario antes de que los sienten a la fuerza en el banquillo, el episodio más clamoroso de la incapacidad para evitar que se conviertan los errores en combustible de descontento y descrédito ha sido, sin embargo, la estampida ante la tragedia del metro de Valencia. Daba vergüenza ajena escuchar los argumentos de los populares al eludir despavoridos un ejercicio imprescindible de esa ejemplaridad en la vida pública que Javier Gomá argumentó en un premiado ensayo y que, en teoría, debería ser virtud para el conservadurismo democrático.

Un panorama político tan espeso propicia sin duda que la oposición mueva ficha al inicio de un curso electoral como el que ahora estrenamos. El líder socialista Joan Ignasi Pla quiere defender una moción de censura contra Camps en las Cortes a unos meses de que se abran las urnas. Sabe que tendrá munición abundante para arremeter contra el PP. Su reto es transmitir a la opinión pública la sensación de que protagoniza algo más que un gesto, la promesa creíble de que toca a su fin tanta charlatanería.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_