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Entrevista:Nuevos vascos | Zein Kheireddine.

"Me integré con facilidad por mis condiciones al llegar"

En medio del frágil alto el fuego entre Hezbolá e Israel, Zein Kheireddine no puede olvidar los momentos de angustia que vivió con sus tres hijos el pasado mes de julio al sur de su Líbano natal. Apenas llevaban un par de días visitando a su familia, cuando el Ejército israelí invadió el país tras el secuestro de dos de sus soldados por la milicia chií. "Nos quedamos bloqueados y tuvimos que negociar con la Embajada española nuestra repatriación. Vivimos una situación de auténtico peligro", relata.

Kheireddine nació en Beirut en 1955 en el seno de una familia chií, pero enseguida se trasladó con ella a una aldea del sur de Líbano, cerca de la ciudad portuaria de Sidón, donde vivió y estudió hasta los 20 años. Viajó entonces a Francia. Siempre había tenido en mente estudiar en el extranjero, pero la fecha de su salida estuvo en parte condicionada por la guerra civil que estalló en su país en 1975. "Era un poco rebelde y quería participar en ella de alguna manera. Ante eso, mis padres aceleraron mi marcha", recuerda.

"Durante los primeros años perdí mucho mi idioma, el árabe, porque no contacté con alguien que lo hablara"

Estuvo tres años en Francia, donde perfeccionó su francés, y luego tomó rumbo a España. Tras pasar diez meses en Madrid aprendiendo español, recaló por cuestiones personales en San Sebastián, donde lleva ya media vida. Se casó con una guipuzcoana del Goierri, de la que ahora está divorciado, con quien tuvo tres hijos: dos mellizos que ya tienen 18 años y un tercero que ha cumplido 17. Estudió Enfermería en la UPV, la misma universidad donde más tarde se licenció en Antropología Cultural y Social. "Empecé a hacer una tesis doctoral sobre el grupo político, social y militar que ahora está en boca de todo el mundo: Hezbolá, pero lo dejé por razones de tiempo y trabajo. Espero retomarla algún día", explica.

Kheireddine, que habla árabe, francés y español y está aprendiendo euskera, trabaja como enfermero en el Hospital Donostia. "Conseguí una plaza fija en el Servicio de Urgencias", apunta, mientras echa de nuevo la mirada atrás para recalcar que se integró "con mucha facilidad" en Euskadi y nunca ha tenido problemas por su origen. "Llegué legalmente desde Francia con un visado de estudiante, no tenía problemas económicos, salía con una chica de aquí, no había mucha gente extranjera,... Mis condiciones de llegada no fueron las mismas que las de muchas de las personas que llegaron años después", reconoce. "Obtuve la nacionalidad española enseguida tras casarme, pero en cualquier caso la hubiese conseguido, quizá no con tanta rapidez, pero la hubiera logrado", destaca.

Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas. "Durante los diez primeros años en San Sebastián perdí muchísimo de mi idioma, el árabe, porque no contacté con alguien que lo hablara. Fueron unos años de cierta soledad para el que viene de fuera", comenta.

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Ahora la situación ha cambiado y, sin ir más lejos, Kheireddine habla en árabe con sus hijos. "Nuestras conversaciones no tienen mucha riqueza de vocabulario, pero entienden todo", comenta. También viaja con ellos cada dos años a Líbano. "Se arreglan muy bien allí, les gusta aquello. No hay que perder los orígenes. Son compatibles con cualquier otra evolución en la vida. Suponen una riqueza cultural", subraya.

El último viaje terminó convirtiéndose en una peligrosa aventura, pero ha hecho que los tres jóvenes se encuentren ahora "más informados sobre los problemas" de Líbano y también, "más comprometidos".

Kheireddine regresa mentalmente a los días de guerra, algunos de los cuales vivió directamente con sus tres hijos. Critica el apoyo de EE UU y algunos países árabes a Israel, pero se detiene también en la ONU: "No quiso frenar el conflicto los primeros días. Dejó matar a niños y a ancianos durante un mes porque pensaba que Israel iba a acabar con aquel foco de resistencia, pero le ha salido el tiro por la culata y Hezbolá ha salido fortalecida".

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