Annan pide en Irán voluntad de diálogo
La crisis nuclear iraní y su pulso con Occidente centran la visita del secretario general de la ONU
El ayatolá Ali Akbar Hachemi Rafsanyani afirmó ayer que Irán está dispuesto a negociar sus planes nucleares sólo si las grandes potencias occidentales renuncian a su exigencia de que interrumpa de inmediato el enriquecimiento de uranio. "El problema son las precondiciones. Si las retiran, no habrá límites por nuestra parte para negociar", declaró Rafsanyani tras entrevistarse en Teherán con el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
Rafsanyani, que fue presidente de Irán y aún conserva una importante cuota de poder en el régimen islámico, recibió a Annan en el antiguo palacio del sha de Persia, ubicado en el centro de Teherán. Más tarde, el secretario general de la ONU se trasladó al cercano Consejo de Seguridad Nacional para entrevistarse con su responsable, Ali Lariyani, máximo negociador iraní en materia nuclear. Lariyani subrayó en una breve declaración ante los periodistas que tanto él como Annan se mostraron de acuerdo en que "la mejor solución al problema pasa por el camino de la negociación".
Los dirigentes iraníes, muy preocupados por el deterioro en Afganistán e Irak
El hecho de que Annan converse con cinco líderes refleja el reparto del poder en el país
Annan se entrevistará hoy con el presidente Mahmud Ahmadineyad, y desea ser recibido por el líder supremo de la revolución iraní, Ali Jamenei. El secretario general de la ONU, que ayer conversó también con el ministro de Asuntos Exteriores, Manuchehr Mottaki, pidió a Irán que haga "un gesto de buena voluntad" para resolver la disputa nuclear mediante la negociación. "El secretario general hizo un llamamiento a Irán para que adopte medidas que contribuyan a establecer un clima de confianza mutua", señaló uno de los presentes en el encuentro a condición de permanecer anónimo. Annan, agregó la fuente, cree que existe una "crisis de confianza" entre ambas partes que es necesario resolver cuanto antes.
El hecho de que Annan converse con al menos cinco líderes en sólo 24 horas de estancia en Teherán da una idea del reparto del poder existente en Irán y de la complejidad del proceso de toma de decisiones dentro del régimen islámico, que complica enormemente no sólo la misión mediadora del secretario general, sino el esfuerzo de la Unión Europea por alcanzar una solución negociada al conflicto. La población iraní apoya a su Gobierno en el pulso nuclear con Occidente, visto por la mayoría como una cuestión de orgullo nacional, aunque en la calle existe preocupación por las consecuencias de un posible agravamiento de la situación.
Durante sus conversaciones con las autoridades iraníes, Kofi Annan expresó su malestar por la exposición de viñetas sobre el Holocausto abierta estos días en Teherán, que ha calificado en varias ocasiones de "inaceptable". La exposición es el resultado de un concurso convocado por uno de los principales diarios iraníes tras la publicación, meses antes, de caricaturas del profeta Mahoma en periódicos daneses y de otros países europeos. Annan suspendió en noviembre pasado una visita a Teherán, después de que el presidente Ahmadineyad hiciera un llamamiento a "borrar del mapa" al Israel.
La crisis nuclear dejó por un día en un segundo plano el objetivo principal de la gira que Annan efectúa por Oriente Próximo: la consolidación del alto el fuego entre Hezbolá e Israel en cumplimiento de la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad. Fuentes de la ONU señalaron que a pesar de que las autoridades iraníes han puesto algunos inconvenientes a la resolución, han prometido "total cooperación" con la búsqueda de una paz duradera en Líbano, como ya lo hiciera el pasado jueves el presidente sirio, Bachar el Asad, el otro gran aliado de Hezbolá. En su reunión con Annan, el ministro de Asuntos Exteriores iraní sugirió que su país desempeñó un papel clave en el cese de las hostilidades tras haber hablado con el Partido de Dios.
Annan está especialmente interesado en que Teherán colabore en el desarme de Hezbolá, el movimiento fundamentalista chií fundado por los Guardianes de la Revolución de Irán durante la guerra civil libanesa, en los años ochenta, y que recibe aún buena parte de su apoyo económico y político del régimen de los ayatolás. Las autoridades iraníes expresaron a Annan su preocupación por el deterioro de la situación en Afganistán y, sobre todo, en Irak, sus vecinos del Este y del Oeste, respectivamente. El ministro de Exteriores dijo que la violencia entre las distintas comunidades étnicas y religiosas iraquíes corre el peligro de provocar una guerra civil y la desintegración del país.
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