Los israelíes comienzan a cuestionar la guerra
Conforme pasan las horas, crece entre los israelíes la sensación de la que les han engañado, de que enviaron a sus hijos a una guerra suicida para la que no estaban preparados. Los colectivos pacifistas, que callaron al principio de la ofensiva, son cada día más activos. En el Parlamento comienza a barajarse la posibilidad de que el creciente malestar por cómo se condujo la guerra obligue a la convocatoria de elecciones.
"He sido yo quien quiso que mi hermano Uri sirviera en la unidad [de tanques] Merkaba-4. Se decía que era el carro de combate más seguro del mundo. Pero le hemos enviado a una muerte suicida, estúpida y sin esperanza", dijo ayer Jonatan Grossman durante el entierro de su hermano Uri, también hijo del escritor David Grossman, quien no quiso hablar de la guerra. Se limitó a decir: "Nosotros ya la hemos perdido". El escritor, como el 95% de la población israelí apoyó en un principio la ofensiva
Las críticas se centran sobre todo en el ministro de Defensa y líder del Partido Laborista, Amir Peretz. No sólo el 57% de la población quiere que dimita -según la encuesta del diario Maariv del miércoles-, sino que la designación de varios militares cercanos para que integren la comisión investigadora la guerra ha levantado ampollas en la Knesset (Parlamento). "No es correcto para un ministro de Defensa que está totalmente involucrado en el tema determinar la formación y los parámetros del comité de investigación", declaró ayer el diputado del opositor Likud Gideon Saar.
La noticia de que el jefe del Alto Estado Mayor de la Defensa, general Dan Halutz, vendió sus acciones en la Bolsa antes de empezar la ofensiva; las denuncias por acoso sexual contra el presidente de Israel, Moshe Katsav, y el ministro de Justicia, Haim Ramon; y la decisión del Tribunal de Cuentas de investigar la compra por el primer ministro, Ehud Olmert, de un piso con un descuento de casi 500.000 euros después de que ayudara a la constructora a conseguir un permiso ha agravado en muchos israelíes el sentimiento de abandono. Sobre todo entre los que han perdido a un familiar, tienen sus casas dañadas o han sufrido los efectos psicológicos ante la caída de cohetes Katiusha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.