Santiago, en estado de sitio
Los responsables municipales de la capital gallega ven razones políticas tras los incendios que la cercaron durante nueve días
Una de las particularidades de los incendios de estos últimos días en Galicia es que decenas de municipios quedaban acorralados por las llamas que abrasaban los montes más próximos y ponían en peligro las viviendas. Santiago de Compostela, sitiada durante nueve jornadas interminables, se convertía en un escenario de pánico y desolación, y en el ejemplo más representativo de un núcleo urbano amenazado por la acción de los incendiarios. El fuego llegaba hasta los límites de la capital gallega. Los bomberos desalojaban las viviendas de las urbanizaciones de la periferia y el humo asfixiaba el centro de la ciudad entre el 5 y el 13 de agosto.
El alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo (PSdG), considera que hay una clara premeditación e intencionalidad política detrás de estos fuegos, hasta el punto de que quienes los prendieron "querían que las llamas llegaran hasta la residencia del presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño". No es sólo una opinión del regidor. Bernardino Rama, concejal de Infraestructuras y responsable del operativo antiincendios, corrobora que uno de los "objetivos" era la casa del presidente, además de "crear el caos" en la ciudad. El fuego obligaba a cerrar varios ejes de comunicación como la autopista que une Santiago con Vigo, y derribaba parte del tendido telefónico. Tampoco ha sido casual, según Rama, que el día que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aterrizaba en Galicia, empezara un incendio junto al aeropuerto de la capital: "Nadie puede asegurarlo, pero es muy sospechoso que eligieran ese día para hacer daño a una de las principales infraestructuras", asegura.
"Querían que las llamas llegaran hasta la casa de Touriño", asegura el alcalde
"La idea de los pirómanos era destruir nuestras casas y crispar a la sociedad", según un vecino de O Romaño, uno de los barrios de Santiago más afectados por el fuego. El sargento de los bomberos, Xesús Martínez, piensa que los incendiarios "sabían muy bien lo que hacían" y reafirma que los focos siempre se iniciaban en los lugares de "más difícil acceso para llegar a sofocarlos". Los hidroaviones sobrevolaban la ciudad descargando agua y los habitantes soportaban el ruido ensordecedor de las sirenas de los servicios de emergencias. "Parecía la guerra, nunca había visto nada igual", explica Martínez, quien lleva 22 años en el cuerpo. Este bombero, que resultó herido en una mano cuando salvaba a una persona junto a una vivienda acosada por el fuego, califica de "ejemplar" el comportamiento de los vecinos y se muestra muy satisfecho por lograr que no se quemara ninguna casa. Martínez recuerda lo difícil que resultaba explicar a la gente que pedía ayuda angustiosamente que no podían atenderlos en ese momento porque el peligro era mayor en otras zonas.
Un vecino del barrio de Folgoso, donde las llamas ardieron junto a su vivienda, se queja de que la Administración no trabaja lo suficiente en la prevención en las zonas rodeadas de vegetación que lindan con Santiago. "Los árboles están pegados a las casas y hay madera tirada por el suelo", afirma mientras señala una finca abandonada junto a su casa. Otro vecino de O Romaño dice que hay que exigir a los políticos que actúen: "Se deben tomar medidas para agrupar las fincas del monte porque hay muchos propietarios y no cuidan el terreno". En su opinión, también sería necesario abrir pistas forestales en los lugares donde están las casas para facilitar los accesos. "Lo que no se puede pretender es tener bomberos en cada esquina".
El interés urbanístico es una de las razones que se emplean habitualmente para explicar la causa de los incendios, pero el concejal de infraestructuras opina que ése no es el caso de Santiago. "En las zonas costeras es posible, pero aquí no porque el Ayuntamiento no permite construir en estos lugares que han ardido", asevera. Rama admite que hay aspectos que el Ayuntamiento y el Gobierno autonómico deben mejorar para evitar que vuelva a suceder lo de este verano. "Tenemos que trabajar más en la prevención", asegura. El concejal reconoce que uno de los problemas más graves es la dispersión de la propiedad en el monte gallego, sobre la que "hace falta legislar".
De lo que está seguro es de que estos incendios supondrán "un antes y un después". "No se puede demostrar que haya una trama organizada, pero la sociedad se da cuenta de que hay demasiadas coincidencias", insiste.
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