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Reportaje:La lucha contra los incendios forestales

Acentos de la España plural en el infierno gallego

Profesionales de numerosas comunidades trabajan sin cobrar un euro

Bomberos solidarios de distintas procedencias salpican el territorio gallego desde que comenzaron los incendios hace 12 días. Murcianos, asturianos, riojanos, gaditanos, catalanes, navarros, madrileños, vascos... y hasta portugueses. Son en total 695 y luchan codo con codo junto a las brigadas gallegas para acabar con el fuego. Verlos entre las llamas resulta emocionante. En el campo de batalla conforman un ejército plural en el que el carné de identidad no importa. Los vecinos lo agradecen. Saben que trabajan en sus vacaciones y que además lo hacen gratis.

"La voluntad es grande y la coordinación es difícil", revela un brigadista gallego. Poner de acuerdo a tantos bomberos que no se conocen es difícil. Luís es un veterano del fuego. Lleva 23 años luchando contra las llamas. Hace seis días no lo dudó. Hizo las maletas voluntariamente y partió desde Murcia hacia Galicia junto a decenas de sus compañeros.

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El pasado lunes se desató un fuego en "la aldea de Gorgal, parroquia de Salles, concello de Negreira, provincia de A Coruña", ubicaba una vecina. Demasiados nombres para no perderse. Acertar a la primera cuando se circula por las múltiples carreteras y caminos de Galicia es otra de las dificultades que se encuentran los retenes. A veces, no basta con seguir las columnas de humo.

En Gorgal, un compañero de Luís lamentaba la falta de comunicación entre los bomberos y los hidroaviones y helicópteros. Éstos descargan el agua allí donde observan que las condiciones son más complicadas. Desde el aire, los pilotos no escuchan los gritos y algunas veces el líquido cae a discreción empapando a los retenes. Muy cerca de las casas, los molinos del parque eólico de Corzán asoman entre el humo.

Alejandro Troitiño es de Chiclana (Cádiz). El fuego le ha dado una tregua y repone fuerzas comiendo un melocotón. Recuerda sus orígenes gallegos para justificar su presencia a más de 1.000 kilómetros de su casa. A escasos metros de Troitiño, el teniente Lima coordina a sus hombres, llegados de Lisboa. Pertenecen al Grupo de Intervención de Protección y Socorro (GIPS),"como la Guardia Civil en España". Lima explica satisfecho que la situación está casi controlada. "Los portugueses se están portando muy bien", exclamaba Vanesa Blanco, vecina de Gorgal a la que el fuego le sorprendió "ordeñando las vacas". El fuego ha convertido su concello en una descomunal barbacoa. El olor a brasa se impregna a la ropa y la ceniza vuela por los aires.

El pirómano del parque eólico utilizó un método innovador y siniestro. Robó un coche, lo metió campo a través y le prendió fuego en mitad de un descampado. El viento hizo el resto. En el suelo, el esqueleto calcinado del vehículo. En el aire, impecables hidroaviones amarillos.

El incendio originado por ese coche supuso un nuevo foco en una zona que ya llevaba un par de días ardiendo. "Es frustrante levantarse por las mañanas y ver que hay más incendios", lamentaba hace dos días Esteve, bombero de Caldes de Montbui (Barcelona).

Los bomberos de toda España que han trabajado juntos en Galicia en los últimos días coinciden en que su labor sería más fácil si la Administración invirtiera más en la prevención de incendios. "Hacen falta más recursos y gente mejor preparada" aseguraban estos días varios profesionales. Uno de los principales problemas es que muchos no son personal fijo. "Algunos sólo trabajan dos o tres meses al año", explican. En cuanto a los recursos, estos profesionales creen que la situación mejora cada año, pero sigue siendo insuficiente. "No se puede depender tanto de los voluntarios, porque vienen cuando quieren y también se pueden ir cuando les plazca", argumenta un miembro del dispositivo asturiano. Uno de sus compañeros añade que la Administración "sólo reacciona después de las grandes catástrofes, como la del año pasado que arrasó los montes de Guadalajara".

Los bomberos que han llegado desde fuera de Galicia reconocen que la mayoría de los habitantes de las zonas afectadas por los incendios valoran y agradecen sus esfuerzos. Sin embargo, a raíz de la detención de un brigadista, una minoría de vecinos los han increpado. Un bombero catalán asegura que a él y a otros compañeros les han insultado. "Sólo venís a cobrar", cuenta que les decían, aunque reconoce que es una minoría poco representativa. La mayoría sabe que la ayuda de los voluntarios es fundamental.

Ernesto Devesa, gaditano, asegura que no ha tenido problemas: "Por las carreteras se nota el agradecimiento de los gallegos, muchos nos tocan el pito". "¡Será el claxon, quillo!", exclamó Ángel Hernández entre las carcajadas de sus compañeros

Un agente de Protección Civil de Getafe (Madrid) trabaja en un incendio de Muxía, A Coruña.
Un agente de Protección Civil de Getafe (Madrid) trabaja en un incendio de Muxía, A Coruña.EFE

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