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Fiesta solidaria en San Sebastián

Darjala Hamdi es saharaui, tiene 10 años y pasa su segundo verano en San Sebastián acogida por Ana Sanz y su marido. La niña cuenta que en la ciudad se lo pasa "bien" y ha hecho "bastantes amigos". ¿Qué es lo que más le gusta? "Todo, todo", insiste. "La playa y la piscina, sobre todo", aclara Sanz, mientras la pequeña devuelve su atención a los payasos que animan la terraza del Ayuntamiento donostiarra.

El consistorio ofreció ayer una fiesta a los niños saharauis, ucranianos y rusos que disfrutan durante los meses estivales en la ciudad gracias a la solidaridad de un buen número de familias de acogida. "Además de saludar a los chavales, queremos mostrar nuestro agradecimiento a las familias", subrayó la concejal de Cooperación y Derechos Humanos, Arritxu Marañón.

José Ignacio Zabala y Marisa Arizmendi acogen desde hace seis años a un niño que vive a 30 kilómetros de la central nuclear de Chernóbil. El grave accidente que sufrió esta instalación en 1986 aún se deja sentir en la salud de éste y muchos otros habitantes de la zona. "Llega con ojeras, bajo de defensas y mal alimentado y se va con la alegría en la cara", relata Arizmendi, mientras el muchacho, de 12 años, se divierte con los payasos y espera una merienda-cena con cuscús y té. Y es que durante la estancia de los pequeños en San Sebastián se aprovecha para tratar los problemas de salud que puedan tener, según explica Marañón.

Galina Nedelko tiene 15 años y lleva siete viajando a la capital guipuzcoana. Dice también que le gusta "todo" de la ciudad y confirma que vuelve "con más fuerza" a su país. Le da "pena" el regreso, pero lo entiende. Allí le espera su familia biológica.

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