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Fiestas de La Blanca
Columna
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Aquellos cronistas locales

Guaysteiz ya no cuenta con cronistas, aquellos señores de americana raída, coderas desgastadas y estilográfica, que escribían sus cuartillas de papel usado en las mesas de los cafés o en el Círculo. Letra mimada pero plúmbea, de escaso interés, que juntaba un individuo metido en años, a menudo adulador del prócer de turno; mientras hoy es un trabajo exigente, tan lleno de esperanza como la sociedad que lo alienta. Ahora tiene periodistas que se acercan al lector en las columnas de los diarios, en los programas de la radio, incluso paseando la cámara de una televisión.

Con el establecimiento de la UPV-EHU y la llegada de nuevas generaciones de profesionales, preparados y sin prejuicios, comenzaron a declinar los eruditos a la violeta. Un personaje entrañable, si no fuera tan empalagoso con las esencias, pedante y un poco gazmoño. Hubo quien les tenía ojeriza; pero, a mí, me inspiraban ternura. En un país sin memoria, eran la pequeña clase ilustrada: un médico que componía sonetos, un abogado que ensamblaba folletines, un clérigo que plagiaba del francés, un jauntxito con heredada biblioteca y alguna generación sin darle un palo al agua...

Aquellos personajes quizá carecían de rigor pero no de imaginación y entusiasmo. A mí, me inspiraban ternura

Aquel personaje quizá carecía de rigor pero no de imaginación y entusiasmo. ¿Dónde dejamos el apasionamiento que ponía en sus textos, en el rito anual del artículo que redactaba para la Atenas del Norte, en la Gacetilla Municipal, en la publicación conmemorativa del colegio? El letra herido, en algunos casos estaba a la altura de Sotero Manteli, no se enteró en su época de la existencia de aires frescos ni tampoco conocía a fulanito ni leía a la competencia ¡Que importaba!

Casi todo su interés era llevar las grandezas del mundo al solar patrio. ¿Que caía en sus manos un libro del tal Menéndez? Se las ingeniaba para encontrar en el Poema del Cid un verso que demostrara que Díaz de Vivar no sólo blandió su Tizona en Jundiz, sino que pernoctó en una venta de Hueto Abajo. ¿Que encontraba por azar o le prestaban unos legajos del tiempo de Maricastaña? Pues de allí sacaba argumentos para sostener que en Zabalgana o Salburua estuvo a punto de ser construida Brasilia... Ni que decir tiene que si no hubiera sido por el destino, se hubiera producido el matrimonio de José I con la marquesa de Montehermoso; madura manzana con damita pera, todo muy (Ana) Botella. Era una maravilla la historia supercalifragilistica que contaban. De tal suerte que el Zapardiel pudo ser navegable hasta Bilbao y don Félix un fénix de la aviación.

Lástima que aquel publicista de apellido lustroso fuera liberal -e incluso masón y gay, con mandil y todo- y el pintor Gustavo de Maeztu menos chirene que el de la Oreja de girasol.

Para los espectáculos teatrales tal vez hubiera recuperado a Alfonso Paso, y en la plaza actuaría Karina que era muy ye-yé. Los niños y los mayores estarían menos presentes, pues para ellos era la ida y el regreso de los toros, el circo, los bailes de la Florida y la religiosidad popular. Y, al cabo del cuento, ponían: "Fin".

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