El Gobierno israelí cede a la presión militar y rompe su propia tregua en Líbano
El Gabinete de Olmert aprobó anoche extender las operaciones terrestres contra Hezbolá
Presionado por los militares, el Gobierno israelí dio ayer marcha atrás sobre la tregua de 48 horas anunciada el domingo para facilitar una investigación de la matanza de 57 civiles -29 de ellos, niños- en Qana, al sur de Líbano. Amparándose en que "si se declarase un alto el fuego inmediato, los extremistas volverían a levantar la cabeza", el ministro de Defensa, Amir Peretz, aseguró en el Parlamento que Israel ha reforzado su ofensiva terrestre contra Hezbolá y que en estos días recurrirá a los bombardeos aéreos cuando considere que sus tropas o sus civiles estén amenazados.
De hecho, el Gobierno israelí decidió en la madrugada de hoy extender las operaciones militares terrestres en el sur de Líbano para intentar lograr, antes del jueves, la destrucción de las posiciones fronterizas de Hezbolá, según informó la agencia France Presse. Para ello, las autoridades militares convocarán a unos 15.000 reservistas más.
Horas antes, el primer ministro Ehud Olmert había roto el compromiso de alto el fuego temporal y declaraba: "La lucha continúa. No hay tregua, ni la habrá en los próximos días". La medida, solicitada por toda la comunidad internacional, había sido anunciada tras la reunión de la secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, con Olmert, en la que se trató ampliamente del bombardeo israelí en Qana. La tragedia llevó a Rice a pronunciarse, por primera vez, a favor de un alto el fuego. "No podemos aceptar un alto el fuego inmediato en Líbano porque en unos meses volveríamos a encontrarnos en la misma situación", dijo Peretz para destacar: "Tenemos que acabar la operación, y voy a hacerlo".
La sesión parlamentaria estuvo dominada por la tensión en los dos extremos del arco legislativo. Los cuatro diputados árabes fueron expulsados por insultar al Gobierno, uno de ellos llegó a llamar "criminal" a Peretz, mientras la oposición, encabezada por el líder del Likud, Benjamín Netanyahu, exigía continuar la guerra hasta el exterminio de Hezbolá.
Los militares israelíes, sin embargo, aceleran la maquinaria de guerra, empeñados en retirar a los guerrilleros de Alá al menos a dos kilómetros de la frontera israelí. Los militares son partidarios de incrementar la ofensiva para garantizarse, antes de que llegue la fuerza multinacional, una zona tampón lo más extensa posible, en la que se desplegaría ésta junto con efectivos del Ejército libanés. Sea cual sea la negociación del alto el fuego, el Ejército israelí está preparado para una larga batalla", declaró a la agencia Reuters el teniente coronel Tzachi Zegev, que considera que la victoria en esta guerra muy importante porque Hezbolá busca el fin del Estado hebreo.
Aviones israelíes bombardearon ayer posiciones de Hezbolá en el sur de Líbano, para facilitar las operaciones de las tropas de tierra, que encontraron una fuerte resistencia. La guerrilla opera en pequeñas unidades, tiene una gran movilidad y sus acciones son muy arriesgadas, lo que ha desconcertado al Ejército más moderno del mundo. Los pueblos libaneses de Kila, Taibe y Adasia fueron el objetivo elegido por la artillería israelí desde la ciudad fronteriza de Metula, alcanzada a su vez por varios misiles de Hezbolá. El Ejército israelí atacó también un vehículo militar libanés y mató a un soldado. Posteriormente se disculpó e indicó que había confundido a los ocupantes con milicianos islámicos.
Según la encuesta publicada por el diario Ma'ariv una semana después de iniciarse la ofensiva -el pasado 12 de julio, tras el secuestro por Hezbolá de dos soldados-, el 95% de los israelíes estaba a favor de la decisión de Ehud Olmert. Ayer, sin embargo, el periódico Haaretz daba cuenta del nerviosismo que se instala tanto en el pueblo como en la clase política y en la militar, al constatar que hasta ahora no se han conseguido ninguno de los objetivos: "El regreso de los soldados secuestrados; la aplicación de la resolución 1559 de Naciones Unidas que incluye el desarme de Hezbolá y alcanzar a Nasralá, el líder de Hezbolá".
La matanza de Qana también llevó a Israel a adelantar la reunión del gabinete de crisis, convencido de que se le acaba el tiempo de impunidad que le concedió Washington para defenderse de Hezbolá. Fue tras la reunión del gabinete cuando Olmert, que no tiene experiencia militar y soporta malamente que se lo recuerden, rompió su compromiso de tregua.
El Gobierno considera que sólo cuenta con una semana más para completar su misión en Líbano e insiste en que continuará los ataques hasta que llegue la fuerza multinacional. Todo apunta a que el Consejo de Seguridad se reunirá mañana con una propuesta que, tras condenar la acción israelí, impondrá un alto el fuego y el envío de una fuerza internacional.
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