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Reportaje:

Un arquitecto vasco en China

Diego Garteiz ultima una promoción de 2.500 viviendas y un centro comercial en Taizhou, a 250 kilómetros de Shanghai

El arquitecto vizcaíno Diego Garteiz viajó a China para construir una plaza de toros y se volvió con el encargo de proyectar una promoción de 2.500 viviendas en Taizhou, a 250 kilómetros de Shanghai. En estos días, el autor de los nuevos cosos taurinos de Logroño, Vitoria o Illescas, ultima los detalles de ese proyecto de urbanización, con centro comercial incluido, en el que ha tratado de combinar las tendencias contemporáneas de las arquitecturas occidental y oriental, de complejo encaje. Las relaciones con los técnicos y obreros chinos han sido complejas. Pero el placer de la aventura en un país fascinante compensa los riesgos.

La afición de los chinos por el arte taurino es conocido. Y ahora que la economía del país asiático va viento en popa, no es de extrañar que cuando le propusieron a Garteiz diseñar una plaza cerca de Shanghai, entendiera que podía ser un proyecto factible. Buen surfista en su juventud, el getxotarra sabe que las olas no vienen, hay que buscarlas. Y la propuesta era atractiva. "Aunque sonaba un poco extravagante, me animé a viajar. También era una gran ocasión para conocer aquel país", recuerda.

"Se ha optado por una solución que incorpora las costumbres locales a la estética occidental"
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El proyecto de plaza de toros no prosperó, pero Garteiz y sus compañeros vislumbraron posibilidades en el sector inmobiliario. "Tras varios días allí, nos llamó la atención la existencia de gran cantidad de promociones de viviendas, que cuentan con oficinas de venta a pie de obra y la gente hace grandes colas para comprar un piso". Así que decidieron tomar datos del precio del suelo, los gastos de construcción, impuestos y diferentes tramites que hay que dar para llevar a cabo una promoción.

De vuelta a casa, Garteiz empezó a buscar compañeros de viaje para su proyecto. 2.500 viviendas y un centro comercial es una promoción de envergadura en España, pero en China se tiene por mediana o casi pequeña. "Allí, las dimensiones se multiplican: una ciudad, es una provincia española; una región, todo España; diez kilómetros en el País Vasco, son cien en China. Para entendernos, Taizhou se podría considerar una ciudad dormitorio de Shanghai", explica Garteiz, y pone un ejemplo: "En estos momentos, se están desarrollando promociones mucho mayores, e incluso una ciudad para 1,5 millones de personas".

Adquirieron el terreno, como es obligatorio, en una subasta pública organizada por el Gobierno chino. Y se pusieron manos a la obra. "Lo peor fue la comunicación: en esa zona es muy difícil ver a un occidental. Si bien en las grandes ciudades se pueden encontrar traductores con facilidad y mucha gente habla ingles, en nuestra zona no nos ha quedado más remedio que aprender algo de chino", comenta el arquitecto.

El equipo de Diego Garteiz ha abierto una delegación en China, donde van desarrollando el proyecto. "Hemos estudiado la arquitectura local y las costumbres de la gente, así como las distintas normativas de aplicación, ya que todo se diferencia ampliamente de la forma en la que estamos acostumbrados a proyectar", aclara.

Al final, se optó por una solución híbrida que desde los presupuestos estéticos occidentales incorporase las costumbres chinas, como la organización a partir del feng sui

[técnica china para decorar la casa] que obliga, entre otras cosas, a que las viviendas (en bloques de seis plantas, dispuestos en paralelo) estén orientadas al Sur, con entrada por el Norte. "Salirse de estos parámetros suponía poner en riesgo la promoción inmobiliaria, por lo que nos vimos obligados a olvidarnos de la tipología de manzana, por ejemplo", aclara Garteiz.

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