De la clínica dental de Bogotá a la de Sanchinarro
En una clínica odontológica del barrio de Sanchinarro trabaja la colombiana Orly Katrina, de 44 años. Sus comienzos profesionales arrancan en Bogotá (Colombia). "Allí, además de estar en mi consulta, me impliqué en diversos programas nacionales de salud, incluyendo tratamientos para niños desprotegidos e indígenas", afirma.
Después de unos años decidió venirse a trabajar a Madrid. "Elegí esta ciudad porque tenía amigos aquí, pero lo que me empujó a salir fue la situación de violencia provocada por la guerrilla", cuenta esta mujer. Además, en aquel momento, divorciada de su primer marido y con un niño de corta edad, ella vio claramente la necesidad de salir. "Ahora estoy muy contenta de haber venido, entre otras cosas, porque me casé con un madrileño". De eso hace tan sólo año y medio. Gracias a un crédito del Instituto de Crédito Oficial (ICO), Orly ha podido abrir su propia clínica.
Al principio, la odontóloga no tuvo muy claro el quedarse. Luego, con su título homologado, la oportunidad de permanecer se hizo más tangible: "Comencé a buscar trabajo en clínicas. Fui de ortodoncista en ortodoncista. Hasta hoy, cuando he tenido la oportunidad de poner mi propia clínica".
En España ha sufrido la lentitud de los trámites y, hoy en día, las dificultades que está teniendo su hijo para integrarse. "Con 21 años, creo que tiene idea de volver a Colombia. Con su edad, parece que le es difícil ser aceptado, hacer amigos... Creo que, cuando acabe sus estudios en la universidad, se marchará", reflexiona.
Sin embargo, y pesar de la buena situación en la que vive, Orly siente mucha morriña. "Echo de menos a mi gente. Algunos días, cuando me levanto, siento que me gustaría volver a Colombia; aunque luego, cuando estoy allá, siento nostalgia de acá".
Para ella, "los españoles son demasiado directos al expresarse". "Yo, al principio, consideraba al español como una persona algo dura, pero ahora comprendo que en Colombia exageramos en dulzura y en las formas de decir las cosas". Desde que vive en Madrid, a Orly le siguen llegando noticias de la vida en su país. "Me dicen que la violencia de la guerrilla ha bajado mucho, sobre todo en los pueblos, que es donde, de siempre, más se ha notado". Mucha gente le pregunta por este tema y ella siempre responde que sus compatriotas han acabado aprendiendo a vivir con el problema. "No se ve a gente amargada o triste. Muy al contrario, se sonríe, se baila...". Y así hace Orly: sonreír mucho.
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