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Fin de semana

El fotógrafo Rubén Gordé explora el espíritu del tango

Expone en el Aula de Cultura de Vitoria una serie de imágenes realizadas desde 1996

En pleno Festival de Jazz, la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria ha inaugurado esta semana la exposición Tango, del fotógrafo argentino Rubén Gordé. La muestra, que se podrá contemplar hasta el próximo 3 de septiembre, ofrece un recorrido en imágenes por las pasiones y los sentimientos que mueven esa música que nació en Buenos Aires, la ciudad natal de Gordé, residente en España desde finales de los años setenta.

Rubén Gordé es un reconocido fotógrafo publicitario especializado en productos de lujo, pero que también ha trabajado para Renault o Marqués de Riscal. En 1996 decidió recuperar las sensaciones que había respirado en los primeros años de su vida, aquella infancia y juventud que pasó en Buenos Aires. Y qué mejor que el tango, la música que ha animado la capital argentina durante el último siglo, para inspirar un catálogo de sentimientos. En blanco y negro, por supuesto. "Creo que no podría ser de otra manera. No me imagino el tango en color", explica Gordé.

En estos diez años, Gordé ha ido componiendo un conjunto de series protagonizadas por parejas de baile y los propios bailarines en solitario, por un lado, y los propios locales donde se interpreta esta música y algunos de sus personajes característicos, por otro. En Vitoria presenta una selección de las primeras series, en las que narra pequeñas historias llenas de sentimiento rodeadas de interpretación dramática. No en vano el fotógrafo argentino ha trabajado con directores de teatro como Miguel Narros o Lindsay Kemp.

"Yo nunca he bailado el tango, pero siempre me ha fascinado esta música, que empezó a bailarse sólo con hombres, que luego pasó a los prostíbulos y que ahora, lo que son las cosas, es terreno de las clases altas", resume. Rubén Gordé ha contado con bailarines profesionales, "que no hacen virtuosismos; bailan al estilo tradicional", aclara. Eso sí, se percibe con claridad que cuentan con una formación dramática en las caídas de las manos o en los gestos del rostro.

Buscando la naturalidad

En esos detalles aprovecha el argentino toda su experiencia, tomando imágenes de los mejores espectáculos que se presentaron entre 1977 y 1997 en los escenarios madrileños. "Yo les dejo hacer; pongo la música y les pido que bailen con toda la naturalidad posible", comenta. Y luego, en función del propio carácter físico de los intérpretes, surgen las historias. Las hay más pasionales, como las que protagoniza una bailarina con melena suelta y perfil mediterráneo acompañada por un maduro nórdico. "Por cierto, es un arquitecto noruego, gran apasionado del tango, pero que vive de su oficio, no del baile", apunta Gordé.

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Otras tomas cuentan con un mayor peso estético. Son las que ha realizado en los últimos tiempos. "Una pareja me recuerda a Fred Astaire y Ginger Rodgers; tiene una gracia en sus movimientos excepcional", dice el fotógrafo, que cuida la iluminación al detalle. El juego de luz y sombras es otra de las claves de las imágenes que ha traído a Vitoria.

Mientras las parejas desarrollan sus pasos, Gordé les persigue con la cámara en la mano para captarles en posiciones diversas. Así que las fotografías, aunque no aparezcan los pies, destilan movimiento. "Esa era una de las cuestiones que tenía clara desde el principio, no quería poses, quería captar la agilidad del baile", advierte.

Ahora, el fotógrafo argentino prepara un libro en el recogerá sus series dedicadas al mundo del tango, acompañadas de los textos de José Miguel Molero, "un poeta cuyas composiciones tienen ritmo y letra de tango", aclara. "Trabajamos por separado, yo le paso las fotos y él escribe sobre ellas; lo cierto es que coincidimos en la visión de las imágenes".

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