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El Pentágono pone fin al polémico contrato con Halliburton en Irak

El Gobierno de Bagdad asume el control de una provincia del sur

El Pentágono no prorrogará el macrocontrato que suscribió en 2001 con el consorcio petrolero y de servicios Halliburton, que dirigió en el pasado el vicepresidente de EE UU, Dick Cheney. Kellogg Brown & Root (KBR), de Halliburton, dedica 50.000 personas a proporcionar combustible, agua, alimentación, lavandería y otros servicios de infraestructura a las tropas en Irak, Kuwait y Afganistán, y ha recibido serias críticas en el Congreso.

La empresa ha sido objeto de varias investigaciones por los altos precios, las sospechas de fraude y el bajo rendimiento. La interrupción se debe, según un portavoz del Pentágono, a las "lecciones aprendidas" con la experiencia.

Parte de los contratos multimillonarios otorgados a KBR por cantidades -que suman más de 17.000 millones de dólares (13.400 millones de euros), de los que 15.400 millones corresponden a Irak- no fueron sometidos a concurso público, sino adjudicados a dedo. Halliburton, basado en Tejas, estuvo bajo la dirección de Dick Cheney antes de que fuera vicepresidente.

Para evitar la acumulación en una sola empresa, es muy posible que Defensa divida en tres las adjudicaciones. A las nuevas subastas podrá acudir KBR. Una portavoz del grupo dijo que la no renovación es algo común y defendió la labor de KBR, que ha preparado "375 millones de comidas y transportado cientos de millones de litros de combustible", entre otras cosas. Pero el demócrata Byron Dorgan dijo que ha habido "cientos de millones de dólares mal gastados, una cantidad increíble de despilfarro y quizá de fraude".

Dorgan enseñó una toalla de las que usan los soldados y dijo que costaba el doble porque KBR se empeñó en marcar sus iniciales. Y su compañero Henry Waxman dijo: "Los contribuyentes pueden respirar mejor al saber que se van a acabar los días de las cajas de bebidas a 45 dólares y las coladas de ropa a 100 dólares".

En Irak, la seguridad de la provincia de Mutana, en el sur del país y hasta ahora en manos de británicos y australianos, ha pasado a los iraquíes. Es la primera transferencia de esta magnitud. El primer ministro, Nuri al Maliki, asistió a la ceremonia y advirtió al gobernador, Mohamed Ali al Hassani, de que "los terroristas harán lo posible para que este experimento fracase, pero le prometo que le daremos todo el apoyo que necesite". Las fuerzas de la Coalición seguirán allí, pero fuera de las ciudades y en tareas de respaldo. "La transferencia de seguridad hará que los iraquíes entiendan que la ocupación terminará un día", dijo Hassani. El gobernador dirigirá la policía local y podrá pedir ayuda a las tropas y a la policía nacional de la provincia que dependen del Gobierno central.

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El 25 de julio, Al Maliki irá a la Casa Blanca para ver a George W. Bush, que le visitó por sorpresa en Bagdad hace un mes. Su compromiso de poner fin a la violencia entre los grupos no ha dado ningún fruto, y las represalias continúan. Además, el Gobierno iraquí quiere intervenir en la investigación sobre las acusaciones de violación y asesinato de una mujer y de su familia. Según la Casa Blanca, Irak "avanza en seguridad, recuperación económica y reconciliación", y Bush hablará con Maliki de "cómo EE UU puede apoyar mejor al primer ministro en esas áreas".

En Bagdad, el ex presidente Sadam Husein ha iniciado una nueva huelga de hambre para protestar por la falta de seguridad de sus abogados. Otros tres acusados de crímenes contra la humanidad y de los asesinatos de cientos de chiíes y kurdos también le acompañan en el ayuno. Según el portavoz del tribunal que les juzga, los abogados del ex dictador han rechazado la misma oferta de protección que tienen jueces y fiscales, alojados en la ultraprotegida Zona Verde de la capital iraquí.

Al menos 20 personas murieron ayer y otras 24 resultaron heridas, entre ellas varios policías iraquíes, en una serie de atentados suicidas y explosiones de bombas en distintas zonas de Irak, informaron a la agencia Efe fuentes policiales iraquíes. En el ataque más grave, al menos seis personas fallecieron y otras tres resultaron heridas cuando un suicida hizo estallar un cinturón cargado de explosivos en la localidad de Abu Saida, a unos 90 kilómetros al norte de Bagdad.

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