El Bin Laden del Cáucaso
El hombre más buscado por Rusia, el que ideó los atentados más atroces, era para sus seguidores un guerrillero de leyenda
El Bin Laden del Cáucaso, Shamíl Basáyev, comenzó su carrera de terrorista a los 26 años, con la toma de un avión, y terminó a los 41, al estallar un camión de la guerrilla cargado de explosivos, presumiblemente cuando preparaba un nuevo atentado. En estos 15 agitados años, Basáyev ideó los más atroces actos terroristas que han golpeado no sólo las repúblicas caucásicas, como el asalto de una escuela en Beslán en 2004 en la que murieron 186 niños, sino también el corazón de Rusia, como demostró la toma del teatro Dubrovka en Moscú.
Durante estos años, su barba creció como debe ser la de un auténtico fundamentalista wahabí y el pelo desapareció de su cabeza, que llevaba rapada. Sufrió muchas heridas, la más grave al huir de Grozni en la segunda guerra chechena, el último día de enero de 2000: pisó una mina y le tuvieron que amputar la pierna derecha.
Shamíl Basáyev llevó la guerra a Moscú con los ataques al metro y al teatro Dubrovka
Pocos de sus compañeros de escuela o de sus colegas de la granja agrícola comunista en la que trabajó en la provincia rusa de Volgogrado, a mediados de los años ochenta, podían haberse imaginado que el mediocre Basáyev -mal estudiante y trabajador flojillo- terminaría siendo un legendario guerrillero y el hombre más buscado de Rusia. Pero todo cambió con la desintegración de la URSS: en los numerosos conflictos que estallaron entonces, Basáyev encontró, por fin, su verdadera vocación.
Nacido en Vedenó, un pueblo en las montañas del sureste de Chechenia, Basáyev, tras estudiar en Moscú, regresa a Chechenia en otoño de 1991 e ingresa en las tropas de la Confederación de los Pueblos del Cáucaso, organización que pretendía dar la independencia a las numerosas autonomías caucásicas. De inmediato, muestra sus ambiciones de líder y se presenta a las elecciones presidenciales, en las que gana el general Dzhojar Dudáyev. Éste declara la independencia de Chechenia, y la Rusia de Borís Yeltsin responde con el estado de excepción y amenazas de enviar tropas a reinstaurar el orden.
Aquella vez la sangre no llegó al río, pero en esos días, Basáyev realiza su primer acto espectacular: secuestra un avión en Minerálniye Vodi (Rusia) y aterriza en Turquía, donde se entrega a las autoridades. El Gobierno turco, en vez de enviar a los piratas a la capital rusa, los devuelve a Chechenia.
Basáyev ya es famoso, pero aún no está curtido en la guerra. De regreso de Turquía, es nombrado comandante de compañía de las fuerzas especiales de Dudáyev. Pero quiere acción y marcha al Alto Karabaj a combatir a favor de Azerbaiyán. Después pasó una temporada de preparación militar con los muyahidines en Afganistán, y luchó en Abjazia contra los georgianos. Señal de su creciente popularidad es su designación como comandante de las tropas de la Confederación de Pueblos del Cáucaso al volver a Chechenia.
La invasión rusa contra Chechenia a finales de 1994 da comienzo a la primera guerra, en la que el David independentista derrotó al Goliat ruso. Basáyev realizó su gesta más espectacular el 14 de junio de 1996, cuando con sus hombres entró a sangre y fuego en la ciudad rusa de Budiónnovsk, tomó a más de mil civiles como rehenes y durante seis días se atrincheró con ellos en el hospital local. Justificó su sangrienta incursión, que causó más de 150 muertos, diciendo que lo hacía para exigir el fin del conflicto checheno. Su hora estelar llegó cuando las televisiones rusas mostraron cómo el entonces primer ministro ruso, Víktor Chernomirdin, negociaba directamente con él. Tres meses después, Grozni caía en manos de los separatistas.
Chechenia ganó su independencia de facto, y Aslán Masjádov, elegido presidente al año siguiente, fue recibido en calidad de tal incluso en el Kremlin. Pero al poco tiempo, estallaron las rivalidades entre clanes, Chechenia se transformó en refugio de criminales, los secuestros para conseguir recompensas en metálico se pusieron a la orden del día y comenzó a extenderse el extremismo islámico.
Basáyev contribuyó bastante a la rápida descomposición de su pequeña república. Fue vicecomandante en jefe del Ejército checheno, vicejefe de Gobierno y primer ministro en funciones. Pero en lugar de trabajar por la unidad, se dedicó a conspirar. Se pasó a la oposición a Masjádov y pidió su dimisión. Y si no logró su caída, sí consiguió hacer ingobernable Chechenia. Adoptó las ideas wahabíes y con los fundamentalistas preparó la invasión de Daguestán, con el objetivo de que esa vecina república se alzara contra Moscú y comenzar a construir un nuevo califato. Esto dio el pretexto a los halcones rusos para lanzar una nueva guerra contra el cáncer checheno. Vladímir Putin, entonces primer ministro, da la orden y las tropas rusas entran en territorio checheno el 1 de octubre de 1999.
Derrotados los separatistas y acorralados en las montañas, Basáyev apuesta por llevar la guerra al corazón de Rusia. Se responsabilizó por los ataques kamikazes de 2002 y 2003 y por los más sonados atentados de los últimos años: la toma del teatro Dubrovka en Moscú (2002), los atentados en el metro de la capital rusa, el sangriento asalto de la escuela Número 1 de Beslán (septiembre de 2004); el atentado que acabó con el presidente checheno prorruso, Ajmad Kadírov, en Grozni (mayo 2004); o el ataque nocturno contra el Ministerio del Interior en Nazrán (junio 2004), una caza de policías con un centenar de muertos. Una de sus últimas acciones fue el ataque a la ciudad de Nálchik (agosto de 2005), capital de Kabardino-Balkaria, que causó un centenar de muertos. Al morir ayer, ostentaba el cargo de vicepresidente de Ichkeria, nombre que los separatistas dan a Chechenia.
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