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Crítica:LA LIDIA | Feria de San Fermín
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La lira de Orfeo

Como Miura, también la ganadería gaditana de Cebada Gago forma parte de la programación tradicional de la Feria de San Fermín. Mas no comparemos. Los cebada han ofrecido, en muchas ocasiones, tardes inolvidables. Con ellos se cumple el argumento de T. S. Eliot: "Nada que no sea fundamentalmente tradicional puede ser verdaderamente nuevo". Porque cuando un toro luce su condición de toro bravo, el esplendor de la fiesta se torna en algo primigenio. Lo que fue y lo que es se funden en una sola cosa, naciendo con ello lo nuevo. Lo antiguo se hace joven.

Bajo esas premisas, la corrida de ayer por parte de Cebada Gago no tuvo los alicientes que esperábamos. Las cualidades del ganado no pasaron de regular tirando a mal. Aquello no era ni carne ni pescado...

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Pero la tarde tuvo un epicentro. Y ese epicentro lo trazó el tercero de la terna: Fernando Cruz. Las miradas le exigieron en su primer toro, paso a paso, gestando una actuación soberbia. Lanceó bien a ese toro y remató con una buena media verónica. Brindó al público. Inició su faena con unos hermosos doblones. Aquello se inició con un gran empaque. Se llevó la muleta a la mano derecha y fijó unos pases largos en el centro del anillo. Otra tanda de derechazo tomando al toro de lejos y aprovechado por un excelente paso por alto. Se cambió de mano. Dio tres series de naturales buenísimos, sobre todo los dos primeros. En esos pases empezó a pulir su diamante. Naturales largos, profundos, ligados, templados. Se escuchaba un aroma tenue, dulce y hondo. En esos naturales estaba el toreo de siempre: el eterno. Toda la corrida quedó suspendida en el aire de esos instantes tejidos por un gran sentimiento. Un torero estaba dentro. Los naturales los había tejido pase a pase, latido a latido, hasta los remates por alto que surgieron como flores intemporales y quedan en la memoria.

Lo demás es una actuación de Domingo López Chaves de poca entidad. Y a Francisco Marco le fue concedida una oreja en su primero y la petición de oreja en su segundo, pero todo ello en su calidad de paisanaje.

Volvemos a decir que queda en el recuerdo esa música callada que Fernando Cruz supo dejar en la tarde pamplonesa. Por un momento, parece que Orfeo le prestó su lira.Cebada / Chaves, Marco, Cruz Toros de Cebada Gago: de juego desigual, faltos de casta. Domingo López Chaves: pinchazo y estocada (aplausos); pinchazo, metisaca, pinchazo, estocada atravesada y dos descabellos (silencio). Francisco Marco: estocada caída (oreja); estocada caída (petición y vuelta). Fernando Cruz: estocada (oreja); pinchazo y estocada (silencio). Plaza de Pamplona, 10 de julio. 4ª corrida de lidia ordinaria. Lleno.

Fernando Cruz, en su primer toro de la tarde.
Fernando Cruz, en su primer toro de la tarde.LUIS AZANZA
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