¿Como Pinochet?
El juez Pedraz, de la Audiencia Nacional, no pudo interrogar durante su reciente visita a Guatemala a los ex dictadores Ríos Montt y Mejía Víctores y a otros cinco militares de alta graduación implicados en el genocidio del pueblo maya -250.000 asesinatos- y en el asalto a la Embajada de España en la capital guatemalteca, entre 1980 y 1986. Pero la visita no ha sido en vano. Guatemala será a partir de ahora una cárcel para Ríos Montt y el resto de implicados, en la que ciertamente tendrán libertad de movimientos, pero no más allá de sus fronteras, salvo que se arriesguen a caer en manos de la justicia española. En virtud del principio de justicia universal que España se atribuye en el marco de aplicación de los convenios internacionales contra el genocidio, la tortura y otros crímenes de lesa humanidad, el juez ha cursado orden internacional de captura contra los implicados, el embargo de sus bienes y el bloqueo de sus cuentas bancarias en el extranjero. Allí donde pongan el pie fuera de su país corren el riesgo de ser extraditados para ser juzgados en España. Como estuvo a punto de ocurrirle a Pinochet.
La justicia universal para ser creíble debe ser posible y en el caso del genocidio del pueblo maya en Guatemala, denunciado hace años ante la Audiencia Nacional por la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, se ha demostrado que es posible, a pesar de las dificultades y obstáculos encontrados en el camino. Conviene resaltar, además, la impotencia de la justicia guatemalteca que dio amparo, de acuerdo con los convenios que mantiene con España, a la visita del juez Pedraz y del resto de la comisión rogatoria y que, sin embargo, se ha visto también burlada por los implicados.
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