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Reportaje:

El Cantábrico da la voz de alarma

Los científicos demandan medidas que eviten el colapso de la anchoa y de otras especies

Pasó con el besugo, cuya comercialización se ha visto reducida a la mínima expresión y, si no se escuchan las señales de alarma que está dando el Cantábrico, la historia podría repetirse con la anchoa. "No va a haber quien acabe con esta especie, pero corremos el riesgo de que su población entre en una biomasa tan baja que haga que la pesquería no sea rentable y que desaparezca",

asegura Andrés Uriarte, coordinador del área de Recursos Pelágicos del Centro Tecnológico Azti-Tecnalia.

Su colega, Lorenzo Motos, director de Tecnología de la Unidad de Investigación Marina del mismo centro de investigación, añade: "Tenemos dudas de si la anchoa está en un punto de no retorno. Esperemos que no, porque tiene mucha capacidad de recuperación".

"El problema de fondo es doble; ambiental y pesquero. No desdeñamos ninguno", dicen los expertos
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La crisis, a la que Bruselas trata ahora de poner coto por segundo año consecutivo decretando una veda que se prolongará, al menos, hasta diciembre, es palpable en el Golfo de Vizcaya desde 2002. Se constató entonces que había menos de 33.000 toneladas de anchoa, cifra que advierte de la necesidad de ser precavidos. Un año después, la biomasa había descendido en torno a las 21.000 toneladas, límite por debajo del cual no está garantizada la supervivencia de la especie. Y hasta la fecha no se ha recuperado; hoy se cifra en 18.640 toneladas.

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¿Cuál es el problema de fondo? "Es doble: ambiental y pesquero. No desdeñamos ninguno de los dos", señala Uriarte. Los científicos han demostrado que los vientos del noroeste y las tormentas inducen unas condiciones oceanográficas perjudiciales para la supervivencia de la anchoa en su primer año de vida -alcanzan un máximo de tres-, porque provocan una "ruptura en la estratificación de las aguas" que disgrega los alimentos de los que se nutre esta especie. Por lo tanto, las probabilidades de las larvas de morir por inanición aumentan. Y en los últimos seis años esas condiciones han sido desfavorables.

Tampoco es desdeñable la acción del hombre al pescar los reproductores de dos y tres años. "Calculamos que se reduce la población promedio del mar en torno al 60% de la que habría si no se pescara", dice Uriarte. "Es un círculo. Desde el huevo hasta el año de edad influye mucho el medioambiente, pero en el número de huevos es determinante la cantidad de reproductores, y eso está condicionado por la pesca. De todas formas, la variabilidad es enorme", añade. Los científicos trabajan en un sistema para anticipar esos altibajos, de tal forma que puedan adoptarse medidas correctores, en caso de ser necesarias, en cada costera.

La crisis de la anchoa tiene en jaque a distintos agentes: los pescadores, que han visto desplomarse sus capturas a mínimos históricos -en 2005 no capturaron ni 200 toneladas y este no han llegado a las 800-, las empresas conserveras, y los ecologistas y los científicos, que no se cansan de pedir a los políticos una gestión sostenible de los recursos marinos. El año pasado aconsejaron el cierre del caladero de anchoa del Cantábrico hasta constatar la recuperación de la especie, "que lo mismo puede darse en un año que en tres, dice Uriarte. "No tenemos la verdad absoluta, estamos sujetos a una gran incertidumbre y los políticos saben que lo que damos son consejos de precaución. Así que se la jugaron y nos hicieron caso sólo a medias. Y eso es un poco temerario". La realidad del caladero ha vuelto a imponer ahora la necesidad de su cierre.

Otros peces que agonizan

La anchoa no es la única especie que se encuenca en crisis en las aguas del Golfo de Vizcaya. El atún rojo pasa también por una situación cercana al colapso, según Lorenzo Motos, porque los japoneses lo pagan a precio de oro y eso ha llevado a una sobrexplotación en el Mediterráneo con repercusiones en el Cantábrico (ambos constituyen un mismo habitat para esta especie).

Tampoco se salvan de la quema algunos demersales, peces que viven en el fondo del mar. Sólo un dato; existe un plan para la recuperación de la merluza y la cigala ibericas, que están por debajo de los límites biológicos seguros. A nivel comercial, también ha caído mucho el besugo. "Cada vez hay más poblaciones en crisis. Se ha hecho una gestión cortoplacista sin viabilidad. Y hay que pensar en el largo plazo", apunta Motos. Los gobiernos lo tienen claro, pero luego, a la hora de negociar los TAC [totales admisibles de capturas] en Europa se encuentran con problemas, apunta. "Cada flota tira de su gobierno y hace presión. Somos de las zonas más adelantadas del mundo, pero no se nota en gestión de pesquerías. Al final el que más pesca, sobrevive y el que no, muere. Es penoso".

En la cumbre de Johanesburgo de 2002 se firmó un compromiso para lograr que todas las pesquerías estén en rendimiento máximo sostenible para 2015. Pero inicialmente eso supondrá, según Motos, una reducción del esfuerzo pesquero para recuperar las poblaciones. Bruselas estudia cómo solventar su repercusión en las flotas.

Los científicos no cargan contra los pescadores por la situación de la anchoa. "La gente los ve como esquilmadores, pero yo creo que el sistema de TACs y cuotas ayuda. Cuando no hay problemas con la especie funciona bien. El problema es cuando va mal y hay que restringirlos. Entonces todo el mundo miente, todo se falsea y la gente va a pescar lo que puede", asegura Lorenzo Motos.

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