Autorretrato de un pederasta
Uno de los procesados, Álvaro I. G., relata su adicción al sexo con menores desde que tenía ocho años
Álvaro I. G., Nanysex, aceptó recibir en la cárcel de Herrera de la Mancha a Alfredo Calcedo, catedrático de Psiquiatría, para hablar de su vida y de su adicción: está preso desde mayo de 2005 acusado de sodomizar y practicar felaciones, entre otras agresiones sexuales, a niños de uno a 10 años. El objetivo de Calcedo era hacer un informe pericial, a petición de la defensa. Fueron cinco horas de entrevistas, el pasado febrero. El resultado es un crudo autorretrato sobre la maduración del paidófilo, que aparece en el sumario.
Nanysex, que nació en Madrid en 1982 en una familia de clase media que "discutía mucho", admite su pederastia sin rodeos: es adicto al sexo "con niños menores de cinco años". El relato muestra ese impulso sostenido desde los ocho años. A esa edad, residiendo en Murcia, fue la primera vez que tocó a un niño "por encima de la ropa". Estaba en su casa y la víctima tenía tres años. A los nueve empezó a "darse cuenta de que le gustaba", así que iba a las fiestas de cumpleaños y repartía tocamientos. Por los parques y jardines se excitaba viendo a los niños orinar. En la playa apreciaba los desnudos impúberes. Los de los varones.
Buscó la ayuda de un psicólogo tras un incidente en el que casi le descubren
Todos sus "orgasmos", según cuenta, le vienen de la paidofilia. Para el primero, desnudó a un bebé de dos años, cuando él tenía 11, y le "practicó sexo oral". Para los siguientes le bastaba, al principio, colarse en los servicios de los MacDonalds, "donde abundaban los niños", y masturbarse con disimulo. Del auto de procesamiento dictado el pasado 6 de julio por el Juzgado de Instrucción nº 4 de Villalba, se deduce que lo sigue haciendo y disfrutando.
Una víctima le había hablado a sus padres de lo que le hacía Álvaro, y éstos le pidieron cuentas. Tenía 14 años y el incidente no pasó a mayores. A Internet llegó por miedo a ser descubierto si seguía actuando "a lo vivo". Pero no tardó en volver a la acción: "Tenía que estar con ellos", contó a Calcedo.
Sus padres se separaron cuando Nanysex tenía 16 años. Él, con lo que había aprendido por su cuenta, se fue a vivir con su madre y empezó a trabajar en una tienda de informática. Duró medio año. Pero encontró una forma fácil de acceder a los niños, y en un ambiente tranquilo: confeccionó tarjetas donde se ofrecía como canguro de críos "menores de tres años".
La afición por fijarlo todo en imágenes fue creciendo: primero "fotos", luego vídeos de "poca acción" y, finalmente, otros donde "pasan muchas cosas". La juez detalla que en los vídeos incautados los menores aparecen como "protagonistas de escenas continuas de sodomización, felación y demás agresiones y abusos sexuales".
Durante unos meses y cumplida la mayoría de edad, conoció la bonanza gracias a un Cibercafé-videoclub que había montado con un socio en Murcia. Hasta que éste descubrió el material pornográfico que iba acumulando en el sistema informático. Al forense le contó en la cárcel que sus socios le "pegaron y se quedaron con los ordenadores, en plan chantaje, pues si los reclamaba, lo denunciarían".
Buscó la ayuda de un psicólogo a raíz de un incidente sexual en el que estuvieron a punto de descubrirlo. "El psicólogo le recomendó que destruyera el material pornográfico que guardaba y que se buscara una novia. No lo destruyó en su totalidad ni la chica fue solución. Estuvo unos tres meses de psicoterapia, pero abandonó por falta de resultados", indica el informe. Reconoce que "tiene un problema", pero asegura que hay "dos fuerzas que luchan" en él. "Una es buena: quiere y le gustan los niños; otra es mala, corrupta, acabo haciendo lo que no quiero", relató al psiquiatra.
De vuelta a Madrid, sobrevivió unos meses sin trabajo gracias a los comedores de beneficencia, en la calle, y cuenta que intentó cortarse las venas. Pero con "cortes superficiales". En apenas dos años se recuperó profesionalmente: desarrolló un proyecto de alarmas -"hasta me dieron un premio", cuenta- y lo puso en marcha con un socio nuevo. Tras disolverse la sociedad se convirtió en dueño único: hasta que tuvo que cerrar en mayo de 2005. Había sido detenido y la policía lo acusaba de ser el cabecilla de una red de producción y distribución de pornografía infantil a través de Internet. Tanto él como los investigadores sostienen que lo hacían sin ánimo de lucro.
El juez dice en el auto que Nanysex reconoció los hechos ante la policía. Ante el perito, sólo niega que los "coitos anales" fueran reales. Afirma que los "simulaba". Y que nunca había "ni forzamiento ni daño físico". Las exploraciones a los bebés -realizadas meses y en algunos casos años después de los hechos-no han hallado secuelas físicas, pero la juez detalla exhaustivamente penetraciones anales con dedos, bucales y en algunos casos, sodomizaciones, que se pueden ver en los vídeos. Para él, era un juego.
La conclusión del informe es negativa: no hay trastorno que niegue la responsabilidad, pero hay una "paidofilia consolidada y fija" desde los 16 años. Álvaro sabía y comprendía "bien lo que hacía". Se desprende de cómo lo planificaba. Por supuesto, dice el informe, a veces distorsiona la realidad al explicarla, pero sólo en cuanto a cómo se sienten los menores. Necesita, según el médico, tratamiento farmacológico y psicológico.
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