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Columna
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El retorno de los nipones

Los japoneses han vuelto a Madrid. Tampoco es que asistamos a la invasión amarilla pero los últimos datos constatan que el turismo nipón aumentó un 26% en el último año tras el hundimiento que experimentó durante un lustro por el miedo a los atracos violentos. Es una buena noticia no sólo porque los nipones son los turistas que más dinero se dejan, casi 2.500 euros por viaje, sino por su alto nivel de exigencia lo que les convierte en bioindicadores de este negocio, algo así como la prueba del algodón del sector. Hay que felicitar al Ayuntamiento de Madrid por el éxito de su Plan Japón que ha conseguido en un año tan buenos resultados y también al Gobierno regional que ya en julio de 2004 aprovechó una gira del Real Madrid para que sus estrellas vendieran allí la imagen de la región. Por contra, ambas administraciones merecen ser abroncadas por no ser capaces de entenderse y remar juntos a favor de los intereses de Madrid. Es absurdo que cada cual monte la promoción por su cuenta cuando tenemos la oportunidad histórica de poner a Madrid en un lugar hasta hace bien poco inimaginable en el negocio turístico.

Las cifras ya son espectaculares. En lo que va de año el número total de visitantes ha crecido un 26% con respecto al ejercicio anterior, cifra muy superior a la del conjunto del estado. Nuestra región goza de una vitalidad económica imparable y el sector, por fin se ha puesto a hacer sus deberes. Los hoteleros están espabilándose en materia de promoción, la empresa estatal Turespaña ha colaborado lealmente en la venta de Madrid y también los responsables de seguridad han hecho esfuerzos por evitar el castigo que los delincuentes infligían a los turistas en el centro de la capital. Los japoneses dejaron de venir a Madrid porque los tironeros caían sobre ellos con una violencia que rozaba el sadismo y, como es lógico, las autoridades niponas advertían antes de contratar un viaje. Ahora esos atracos violentos han descendido un 86% y casi un 30% los delitos en general. Otro elemento positivo a tener en cuenta es la puesta en marcha de la nueva terminal de Barajas, la T-4.

El anti chovinismo patológico que padecemos, con particular gravedad aquí en Madrid, se ha cebado con los problemas propios del arranque de esta moderna instalación que sin embargo supone un avance estratégico superlativo. Las compañías aéreas más competitivas han puesto sus ojos en ese aeropuerto y las posibilidades de incrementar el flujo de viajeros son formidables. El número de operaciones ha crecido ya casi un 30% y estamos conectados directamente con cerca de 200 destinos de medio centenar largo de países. Uno de los inconvenientes que desalienta al visitante potencial es la ausencia de vuelos directos desde su lugar de origen. Japón es el caso desde que Iberia suspendió su efímero Madrid-Tokio y no sería de extrañar que alguna compañía de bajo coste vea pronto una ventana de oportunidad en ese trayecto. El aeropuerto no es la única infraestructura de transporte que puede estimular el advenimiento de visitantes. El sector ha de prepararse además para sacar el mejor rendimiento a las nuevas líneas de alta velocidad ferroviaria. La que unirá Madrid con Valencia y sobre todo la que pondrá a Barcelona a menos de tres horas del centro de la capital abrirá nuevas posibilidades entre ellas la de atraer pasajeros procedentes de los miles de cruceros que surcan el Mediterráneo, una opción hasta hoy muy poco explotada.

En resumidas cuentas, la industria del turismo en Madrid con todo lo que mueve y acarrea está en un momento dulce que hay que saber aprovechar con altura de miras. Los madrileños hemos de contribuir a esa empresa que a todos interesa. La nuestra ha de ser la ciudad más acogedora del mundo. Ahora ocupa el puesto 12 según el análisis de la revista Reader's Digest que se lee en todo el planeta. En amables y educados, estamos por encima de Londres y París lo que, por cierto, ni tiene demasiado mérito porque en ambas capitales son bastante bordes con el visitante. A todos nos encanta que nos traten bien y mucho más cuando estamos fuera de casa. Nuestra región ha de poner en valor su carácter hospitalario y cosmopolita. Si hemos recuperado a los japoneses nadie podrá resistirse a Madrid.

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