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El conflicto de Oriente Próximo

Los planes de Israel de retirarse de Cisjordania quedan en el aire

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, tenía muy perfilado su calendario para el futuro más próximo. Su iniciativa estrella, con la que se presentó en las elecciones de las que salió triunfador el 28 de marzo, consistía en comenzar con la mayor brevedad una retirada parcial del territorio ocupado de Cisjordania anexionando los asentamientos más poblados. Dejando a los palestinos una suerte de bantustanes inconexos.

Su programa se verá seriamente afectado por los acontecimientos de estos días en Gaza. La extrema derecha israelí, incluido el Likud, lanzaba sus dardos contra la pretensión de Olmert. Nos hemos retirado de la franja, aseguraban, y los cohetes caseros Kassam no dejan de caer sobre territorio de Israel. Nada más concluir la crisis, sea cual sea el desenlace, esos dardos se convertirán en puñales. Y Olmert, que nunca ha dirigido con galones a las tropas en el campo de batalla, no es el carismático Sharon capaz de arrastrar tras de sí a los israelíes.

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Los extremistas en ambas partes, palestinos e israelíes, sacarán tajada de la oleada de violencia que asuela Gaza. Es más que previsible que ambos saldrán fortalecidos. Una encuesta del diario Maariv apuntaba ayer señales esclarecedoras: el 82% de los israelíes aprueba el asesinato de los dirigentes de Hamás.

"Aquellos que han estado convencidos de la conveniencia de la evacuación de Gaza deberán estar completamente locos para retirarse de Judea y Samaria [Cisjordania ocupada]", declaró ayer a la agencia Reuters Eran Sternberg, líder de los colonos de los asentamientos de Gush Katif, desmantelados en agosto y septiembre de 2005. Es Sternberg un exponente de los expansionistas judíos más radicales: "Todos los musulmanes, desde Palestina hasta Cachemira, son igual de fanáticos", declaraba a este diario en el asentamiento de Neve Dekalim (Gush Katif) meses antes de la evacuación. Sus tesis cobran fuerza.

Movimiento fundamentalista

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El Gobierno de Hamás, por su parte, no ha ejercido sus funciones. No tiene fondos. La severa crisis económica se ha agudizado en sus cuatro meses al frente del Ejecutivo, pero la captura del soldado israelí por miembros de la rama militar de Hamás, la invasión israelí del norte de Gaza y el hecho de que los milicianos islamistas sean los primeros en lanzarse a repeler la agresión no hace más que aumentar el prestigio del movimiento fundamentalista.

Hoy se habla de muertes y de intercambio de prisioneros. "El asunto de los prisioneros fortalece sin duda a Hamás", asegura el analista Hasan al Kashef, próximo a Fatah, el partido rival. La organización islamista concibe su proyecto -la recuperación de la Palestina histórica y la eliminación del Estado de Israel- a muy largo plazo. Olmert pretende llevar a cabo su plan sin contar con los palestinos. Hoy todos opinan que hablar de proceso de paz suena a utopía.

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