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Columna
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Good bye, Capitost!

El Congreso no condenará el franquismo porque ayer se opuso el PP, pero el próximo martes el Parlamento Europeo sí lo hará, con una declaración institucional del presidente Borrell.

Los populares no pudieron impedir que 2006, ya algo raído, sea el Año de la Memoria Histórica. ¿Palabras? Puede. Pero los gestos, los símbolos, todavía importan 70 años después del golpe que acabó con la democracia e inició la masacre. Vengo de Ávila, y allí he visto entre otras cosas el dedo anular (con anillo, y bastante corrupto) de Santa Teresa. Lo exhiben junto a la tienda de recuerdos, con rosario y disciplinas. La Desamortización montaría escuela en la casa de aquella lectora empedernida, pero a las damas no les pareció un uso lo suficientemente noble y rescataron el edificio para la fe. Alfonso XIII la nombró santa patrona de intendencia del Ejército, y si paseas desde el templo hacia el centro de interpretación del misticismo, lamiendo la muralla surge una pequeña plaza con mucho encanto, la del Rastro, y una inscripción sorprendente en la fachada mudéjar de ladrillo caravista. Primero, la palabra "Franco", seguida del signo del víctor y del periodo fatídico: 1936/39. A continuación el mitin y la amenaza: "En esta ciudad cuna de Sta. Teresa D. Jesús y capital de la provincia que vio nacer a la gran reina Isabel La Católica, no se tolerarán ofensas a la moral de Cristo bajo ningún pretexto. Ávila es leal, no traicionará a los caídos durante la Cruzada Gloriosa por Dios y por España. Ávila, mayo 1941. ¡Arriba España! ¡Viva Cristo Rey!". Pone que la realizó un tal Fernández, menos avergonzado que el escultor Josep Viladomat que se negaba a firmar la estatua ecuestre de Franco que presidió el castillo de Montjuïc (esta última representación del dictador en Barcelona acabaría en el museo en 1986, como el busto de la Pobla de Vallbona pero veinte años antes). Desconozco el destino de los también polémicos monumentos de Albal (retirado en 2002) y Orihuela (2004) ni si el ministro Alonso va a pedir al Ejército, como ha hecho a la Academia de Zaragoza, que retire de su cuartel general en Valencia el burro y el haca desalojados por Pérez Casado de la Plaza del Ayuntamiento. (Pedro Zaragoza quería llevarse a su finca la estatua ecuestre removida hace poco en Madrid).

Quien diga que estos mamotretos son Historia, miente: son homenajes. ¿Y desde cuándo rendimos tributo a los genocidas?

Además de las esculturas pervive toda una arqueología de la dictadura (pese a que el Parlamento acordó eliminarla ya hace dos años) como los escudos imperiales, curiosamente algunos blindados por las leyes de Patrimonio. Correos, en Palma, ha ocultado el de su fachada. En la opción didáctica se añaden placas transparentes que explican su significado e ilegalidad. Yugos y flechas se siguen destiñendo en las paredes desconchadas de viviendas protegidas; y cruel paradoja, ministros o personajes represores de enseñantes de la República dan todavía nombre a colegios. Cierto Tribunal de Justicia conserva una vidriera con signos fascistas y un Ayuntamiento extremeño cuelga crucifijo en el salón de plenos y foto de Blas Piñar en la galería de hijos adoptivos. En Aragón hay un barrio con hasta 20 calles dedicadas a héroes de la Cruzada, y cientos de iglesias aún consideran ¡presentes! a los "caídos por Dios y por la Patria" (ved la proclama en la ermita junto al Hospital General de Valencia). Franco también ora en el retablo mayor de nuestra Iglesia del Carmen.

De Ávila fue gobernador civil uno que tiene muchas calles por Castellón, Fernando Herrero Tejedor, incluso una dedicada en los 90. Y las tiene otro hijo preclaro, Serrano Suñer, cosa que a nadie debe extrañar cuando el anterior alcalde, Gimeno, escribía libros recordando al Generalísimo con ternura.

Sobreviven cruces "de los caídos", y avenidas Mola, Onésimo, Sanjurjo... En l'Horta, ya rebautizadas las calles, ciertas fallas aún se llaman "Ángel del Alcázar", 18 de julio, Falangista x..., aunque alguna para suavizar dice "Josep Antoni" y no José Antonio. Como cuando aquel comerciante pidió catalanizar su dirección postal y Correos traducía "Caudillo" por "Plaça del Capitost"...

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