Julián Rodríguez llena de intensidad e inquietud su novela 'Ninguna necesidad'
El escritor Julián Rodríguez (Ceclavín, Cáceres, 1968) tiene la pierna derecha rota desde hace varios meses por culpa de un socavón no indicado en un parque de Madrid. El fatal accidente le obliga a presentar su último libro, Ninguna necesidad (Mondadori), con la silla de ruedas a mano. Con la pierna estirada sobre la mesa de un céntrico hotel madrileño, el escritor deja ver sus calcetines de rayas grises y negras.
Ninguna necesidad, su segunda novela, está dividida en siete días y en 50 pasajes. Un viaje de 113 páginas de una poderosa intensidad y una tristeza inquietante con las que el escritor narra la historia de un hombre y su amigo, el Muerto. Una amistad de la infancia que se narra desde el pasado, el presente y el futuro, entre una zona turística de la costa y el pueblo del interior en el que ambos crecieron. La sombra de un muerto y la vida de un desclasado, "un pijoaparte de los noventa, de fin de siglo, que hace su revolución con otras armas".
Según Rodríguez, existen "elementos en común" entre Ninguna necesidad y Lo improbable", su primera novela, editada por Debate en 2001. Entre una y otra, tres cuentos reunidos en La sombra y la penumbra (Debate, 2004) y un libro autobiográfico, Unas vacaciones baratas en las miserias de los demás (Caballo de Troya, 2005). "Quizá en ambas novelas hay lo que un crítico llamó sentimentalismo frío... y ocurren en verano. Aunque la principal diferencia es que en la anterior el lector era un simple espectador y aquí forma parte de la historia, hay una exigencia hacia el lector. O comparte lo que ocurre o lo detesta". "No quiero que sea una novela autista", añade el autor, "quiero un lector interlocutor".
Julián Rodríguez cuenta que escribe con bastante rapidez, "impulsado por un estado de ánimo, al que quiero llevar al lector, un proceso interior que tiene que ver con lo social y político". Luego deja en reposo lo escrito meses, "porque no me fío del entusiasmo inicial". Cuando vuelve al texto ("pueden pasar hasta dos años") lo limpia todo lo que puede: "Creo que todo texto necesita una revisión en profundidad, quitar cosas".
La novela arranca con tres citas que de alguna manera explican el libro o, al menos, hacen intuir sus claves. La primera es de Céline. "Casi todas las novelas parecen escritas desde los sentimientos positivos. Céline fue el primer narrador que actúa desde la maldad. Sólo él y Faulkner parten de los sentimientos negativos", explica Rodríguez. La segunda, de Leonardo Sciascia: "Es uno de mis autores fundamentales, por cómo pasa lo político y lo histórico a la dimensión de lo narrativo. Y porque tenía muy claro que nada sucede sólo en el pasado". Y la tercera, de Beckett: "Porque es un autor que desnuda al hombre y sus contradicciones".
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