Hamás y Al Fatah llegan a un pacto para poner fin a su enfrentamiento
Los islamistas niegan que el documento reconozca a Israel
Tras semanas de negociación y varias proclamas de que el acuerdo estaba a punto de firmarse, dirigentes de Hamás y de Al Fatah anunciaron ayer la firma de un pacto que pretende poner fin a su lucha por el poder. Anoche se ignoraba el contenido del compromiso y las cláusulas añadidas por los islamistas. Aunque el texto original suponía el reconocimiento de Israel, Hamás ha negado que haya dado este paso. La conferencia de prensa prevista entre Abbas y el primer ministro, Ismail Haniya, fue cancelada por razones de seguridad, dadas las amenazas de muerte israelíes sobre el jefe del Ejecutivo.
Tras semanas de negociación y varias proclamas de que el acuerdo era inminente, dirigentes de Hamás y de Al Fatah anunciaron ayer la firma de un pacto para poner fin a su cruenta lucha por el poder. Anoche se conocieron detalles del compromiso y varias cláusulas añadidas por los fundamentalistas. Aunque el texto original suponía el reconocimiento implícito de Israel, los cambios introducidos permiten a Hamás soslayar este paso. La conferencia de prensa prevista entre el presidente Mahmud Abbas y el primer ministro, el islamista Ismail Haniya, fue cancelada por las amenazas israelíes sobre el jefe del Ejecutivo.
En medio de la crisis que sacude los territorios palestinos por el secuestro en el sur de la franja de Gaza del soldado israelí Gilad Shalit, los partidos palestinos, excepto Yihad Islámica, anunciaron en la ciudad de Gaza la firma del pacto. "Los obstáculos han sido eliminados y se ha llegado a un acuerdo sobre el Documento de los Prisioneros", declaró por la tarde Ruhi Fatuh, ex presidente del Parlamento.
La base del acuerdo es un texto suscrito en abril en una cárcel israelí por carismáticos reclusos de todos los partidos. Establece la exigencia de liberación de los 9.000 prisioneros recluidos en penales del Estado de Israel y el derecho al retorno de los refugiados, asuntos en los que las discrepancias eran mínimas. Pero la reforma de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) para permitir la inclusión de Hamás, la limitación de la lucha armada al territorio ocupado de Cisjordania, la formación de un Gobierno de unidad nacional y el modo de llevar a cabo las negociaciones con Israel centraron las disputas durante varias semanas.
Abbas había asegurado el 10 de junio, cuando convocó un referéndum sobre el Documento de los Prisioneros, que no permitiría que se cambiara una coma del texto. No ha sido así. Sus concesiones son de calado. La introducción del texto precisa que el documento "se basa en el no reconocimiento de la legitimidad de la ocupación". La polémica está servida. En principio, Hamás acepta la formación de un Estado palestino en las fronteras previas a la guerra de 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania y Gaza, pero un dirigente de Hamás, Abdel Rahman Zeidan, señaló por la noche a la BBC que el texto no significa en absoluto el reconocimiento del Estado sionista. "No hay ningún acuerdo sobre este punto", manifestó a la cadena británica. El analista político Amir Amir aseguraba hace escasos días que el movimiento fundamentalista se negaba a excluir la cláusula de que la creación del Estado palestino "no implica la renuncia a los derechos del pueblo palestino". "Reconocemos un Estado en las fronteras de 1967, lo que no significa que reconozcamos dos Estados", afirmó ayer el jefe del Grupo Parlamentario de Hamás, Salah Bardauil. "No reconocemos la ocupación", remachó el portavoz de Hamás, Sami Abu Zuhri, lo que desde el punto de vista de los islamistas significa que no admiten el Estado judío en la Palestina histórica. Afirmar lo contrario es inaceptable para los islamistas.
Hamás era reticente también a limitar la resistencia armada al territorio de Cisjordania. Y pretendían que se hicieran excepciones en supuestos graves. Por ejemplo, en el caso de que Israel asesinara a alguno de sus líderes. Y la formulación del texto -establece "el derecho a la resistencia empleando diferentes medios, y concentrándose en los territorios ocupados en 1967"- también le permite salvar sus postulados. En lo que respecta a las negociaciones con el Estado judío, el movimiento fundamentalista deja las manos libres al presidente, pero lo condiciona a que el fruto de sus negociaciones se someta a una consulta del Consejo Nacional Palestino (CNP), el órgano legislativo de la OLP. No es un asunto baladí. El CNP representa a los 3,7 millones de palestinos de los territorios ocupados y a los cuatro millones que viven en el exilio de los países árabes.
Se trata con el acuerdo de poner fin a las luchas internas entre las facciones, que se han cobrado la vida de una veintena de policías y milicianos, y al cerco económico impuesto por la comunidad internacional, que ha sumido a los territorios palestinos en una crisis muy profunda por la negativa del Gobierno de Hamás a reconocer al Estado judío. Israel rechazó de plano el documento original. Queda en el aire el referéndum que Abbas convocó para el 26 de julio.
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