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Columna
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Propensión al caos

Ha sido interesante la polémica entre la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, y el socialismo gobernante en Andalucía, a propósito del urbanismo en la costa. "Se ha urbanizado en el litoral sin control", declaró la ministra hace diez días, y sus compañeros de Andalucía entendieron que a Narbona le falta información. Ignorante, a juicio del PSOE regional, de lo que pasa en Andalucía, la ministra fue diputada por Almería, y debió hacerlo bien pese a su desconocimiento de la realidad andaluza: ahora gobierna España.

La discusión entre Narbona y el PSOE autonómico es un caso notable porque la polémica pública, abierta, en el interior de un partido es algo poco usual aquí. El sistema político, electoral, propicia partidos mentalmente monolíticos, monopartidistas en sí mismos, como de la difunta Unión Soviética. Pero lo verdaderamente notable no es el desencuentro, sino que los socialistas andaluces no estén de acuerdo con lo que dijo Narbona: "Se ha urbanizado en el litoral sin control". Sólo hay que viajar un poco para ver que Narbona acertaba, y mejor es no mirar desde un avión el desierto litoral, masivamente construido y habitado.

El martes acabó la polémica. Ante las malas caras de sus correligionarios, la ministra dio explicaciones: sí, hubo descontrol en la costa, pero sucedió en el pasado, entre 1987 y 2000. La precisión ministerial ha devuelto la tranquilidad a los socialistas andaluces, que gobernaban la zona entre 1987 y 2000, y mucho antes, y, según el vigente Estatuto, eran responsables de la política territorial, la ordenación del litoral, el urbanismo y la vivienda. La ministra valora el esfuerzo actual del Gobierno andaluz "para corregir en lo posible los desmanes". Parece deducirse que los desmanes cesaron en el año 2000.

Pero desde el año 2000 ha aumentado bastante la construcción, principal fuente local de trabajo y dinero. Ha continuado el asalto a las playas, la ocupación de los montes, la devastación de los huertos. Hemos sido testigos de una múltiple transformación prodigiosa: lo público se ha hecho privado, el suelo rústico se transmutó en suelo urbano y edificable, la edificabilidad se ha multiplicado, lo que valía un millón ha pasado a valer 50, los tratos inmobiliarios se han convertido en acuerdos municipales, el botín gangsteril ha adquirido una indudable solvencia de capital invertido en bienes raíces. Sobre barrancos y playas, ha seguido creciendo el murallón chino de las urbanizaciones. Nada de esto ha existido entre 2000 y 2006. Decir lo contrario le fastidia al PSOE andaluz.

Es una manera de pensar, de ver el mundo: sólo existe lo que a uno le gustaría, lo que ahora le gustaría al PSOE, por ejemplo, los buenos propósitos del momento. Yo le llamaría a esto optimismo retroactivo. Modificar el pasado es imposible, pero la memoria es bastante maleable, amoldable a nuestros deseos presentes. La verdad es que no ha dejado de construirse mal durante estos años, y que hoy el Consejo de Gobierno de la Junta parece más decidido a controlar el descontrol. Existe en la región, desde 2004, una Red de Fiscales Medioambientales, pendiente de los delitos urbanísticos, que, si aumentaron en 2005, no es porque sean más frecuentes que antes, sino porque ahora se investiga mejor, dicen los fiscales.

"No se van a permitir construcciones paralelas a la costa que formen barrera", decía el otro día el delegado en Málaga de la Consejería de Medio Ambiente, Ignacio Trillo. No se van a permitir, pero se han permitido, o eso sugiere el panorama costero, con socialistas y sin socialistas, y los socialistas gobiernan en Andalucía desde hace prácticamente 30 años. Están cambiando de política, y tienen mérito, porque sus nuevas iniciativas les darán pocos votos. Viajo, observo el caos costero, y aprecio una fervorosa propensión popular al caos. La metamorfosis del litoral ha sido la mayor revolución moral y económica que se ha vivido aquí en todos los tiempos, y la mayoría opta por la revolución permanente, el desorden inmediatamente próspero, el vivo dinero circulante de las obras y las urbanizaciones con campo de golf.

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