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Corrupción y gasto social

Parada en el mercado de Coyoacán, el barrio colonial del sur de la Ciudad de México y bastión de López Obrador. Ezequiel, camarero del comedor El Jardín del Pulpo, hace balance. "Andrés Manuel quiso hacer una ciudad moderna, con calles tipo Tokio, pero la ha dejado igual. No me fío de él, porque va a endeudar al país".

Bajo el cartel "No hay amor más sincero que el del pollero", Antonio tijeretea con pericia muslos y pechugas. "Lo que pasa es que la derecha mete miedo a la población. López Obrador nos ha endeudado, pero el gasto social se ve más: ha ayudado a los viejitos y a las madres solteras". El anciano que vende plátanos gesticula. "Eso ha sido lo único bueno. La limosnita que nos da. Pero llevo ya cuatro meses que no recibo un quinto. Un fulano llegó a mi colonia y dijo que nos habían depositado una parte de la lana [dinero] y que el resto nos lo darían si ganaba López Obrador. Dios nos libre de caer en manos de ese señor. ¡Nomás vea lo que pasó con René Bejarano!".

El que fuera secretario particular de López Obrador quedó inmortalizado en un vídeo cuando llenaba sus bolsillos con 45.000 dólares (35.800 euros) que le daba un contratista. El responsable de las finanzas municipales, Gustavo Ponce, fue sorprendido puliéndose el erario público en un casino de Las Vegas. La escena del soborno se repitió con Carlos Imaz, otro colaborador de López Obrador. El candidato del PRD ha logrado salir incólume: dijo ser víctima "de un complot de la derecha" y se dio un baño de multitudes en el Zócalo de la capital.

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