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Cumbre Unión Europea-EE UU

Bush: "Me gustaría cerrar Guantánamo"

EE UU y la Unión Europea se comprometen a luchar contra el terrorismo con "medios legales"

Andreu Missé

Las presiones de la opinión pública internacional obligaron ayer al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, a oficializar su propósito de clausurar el centro de detención de la base de Guantánamo (Cuba), aunque sin dar fechas. En él, EE UU mantiene presos desde hace más de cuatro años -sin juicio ni acusación formal en la mayoría de los casos- a 460 sospechosos de actividades terroristas supuestamente ligados a Al Qaeda. La búsqueda de una salida para el limbo de Guantánamo, donde recientemente se suicidaron tres detenidos, se convirtió en uno de los temas clave de la cumbre entre EE UU y la UE celebrada ayer en Hofburg, el antiguo palacio imperial de los Habsburgo en Viena. En cambio, de los vuelos de la CIA en Europa no se habló.

Además de comprometerse a plantear la lucha contra el terrorismo internacional por "medios legales", los reunidos abordaron otros asuntos que afectan la seguridad internacional -Irán, Corea del Norte e Irak-, los desafíos del suministro energético (petróleo y gas) y la búsqueda de un acuerdo en asuntos comerciales en el marco de la ronda de Doha.

Miles de manifestantes caldearon la visita del presidente de Estados Unidos a Viena, que sucede a la de Jimmy Carter en 1979. La Unión Europea y EE UU se reúnen anualmente desde 1990.

La propuesta de cierre del centro de detención de Guantánamo fue introducida por el propio Bush en la reunión que mantuvo por espacio de una hora con el canciller de Austria, Wolfgang Schüssel, que desempeña la presidencia de turno de la UE; el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y el jefe de la Política Exterior Europea, Javier Solana.

Según los portavoces, el asunto de Guantánamo ocupó casi 20 minutos de la reunión y respondía a las crecientes demandas de los líderes europeos y del Parlamento Europeo, iniciadas hace cinco meses por la canciller alemana Angela Merkel antes de una visita a Washington, tras más de tres años de silencio por parte de las instituciones europeas.

"Yo también quiero acabar con esto", dijo el presidente norteamericano. "A mí también me gustaría cerrar Guantánamo, pero no de momento". Fueron algunas de las expresiones que empleó Bush en la posterior conferencia de prensa a la reunión, para expresar su propósito de poner fin al centro de detención.

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El presidente estadounidense explicó que ya se habían enviado a sus países de origen a más de 200 detenidos y que su plan era hacer lo mismo con la mayoría de los 460 restantes.

Entre los países con los que mantiene conversaciones para la devolución, citó a Arabia Saudí, Afganistán y Yemen. Pero advirtió de que, en algunos casos, "se trata de asesinos a sangre fría que matarán si fueran puestos en libertad". Sobre éstos precisó que esperaba que el Tribunal Supremo de EE UU determine la manera en que deben ser juzgados. "Trabajamos con este fin", añadió Bush.

En la declaración final sobre la cumbre no aparece mención alguna sobre Guantánamo. Tampoco referencia alguna a los vuelos y cárceles secretas de la CIA en Europa, asunto que no se mencionó ni en la reunión de los cuatro principales mandatarios ni en la reunión del plenario a la que asistieron una decena de dirigentes de cada parte.

A pesar del duro forcejeo de las negociaciones para redactar la declaración final en la que estuvieron trabajando intensamente 14 expertos de cada delegación, el clima en que se desarrolló la cumbre entre los líderes parecía haber superado los momentos de tensión de hace tres años cuando una parte importante de la UE (Alemania y Francia sobre todo) decidió no secundar a Bush en la guerra contra Irak. "La reunión ha sido muy operativa y muy constructiva, lo que nos ha permitido abordar los temas de la energía y las relaciones comerciales con mucha más concreción", manifestó ayer Javier Solana. "Este clima", añadió, "ya venía mejorando en los últimos meses y la reunión de ayer lo ha confirmado".

El aspecto más relevante de la declaración es el tibio compromiso de respetar los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo. "Teniendo en cuenta nuestros valores comunes", afirma el texto, "aseguraremos que las medidas que tomemos para combatir el terrorismo cumplirán completamente con nuestras obligaciones internacionales, incluyendo la legislación sobre derechos humanos, el derecho sobre los refugiados y el derecho internacional humanitario".

Sin referencias a Cuba

Estados Unidos no logró incluir en el texto ninguna referencia explícita crítica con las políticas desarrolladas por Cuba o Bolivia. Los acuerdos de la declaración son más bien genéricos como considerar entre las "prioridades reforzar nuestra estratégica en promover la paz, los derechos humanos y la democracia en todo el mundo" y afrontar los desafíos de la globalización, incluyendo la seguridad.

El canciller Schüssel fue uno de los que más contribuyeron a que Bush pudiera iniciar con facilidad su viraje respecto a Guantánamo. "Debemos ser comprensivos con los americanos. Debemos comprender lo que significó el 11-S". El canciller austriaco manifestó: "Tenemos que ayudar para encontrar una estrategia de salida, ayudar a los países a asumir los prisioneros y a juzgarlos o a liberarlos". Sobre esto reclamó la colaboración de las organizaciones internacionales en la posible acogida de algunos detenidos. Fuentes comunitarias indicaron que la UE podría haber ofrecido la colaboración del Tribunal Penal Internacional para juzgar a algunos de los detenidos.

Schüssel apoyó las declaraciones del día anterior de Barroso en las que había manifestado que había que evitar que en la "lucha contra el terrorismo perdiéramos el alma" aludiendo al deterioro de las libertades que podría suponer ciertas prácticas. En este sentido, el canciller austriaco manifestó la necesidad de "acabar con los vacíos legales y las zonas grises". Aseguró que había recibido señales claras de Bush de que no habría entregas extraordinarias de terroristas.

Manifestantes llevan pancartas que señalan a Bush como el terrorista número uno del mundo ayer en Viena.
Manifestantes llevan pancartas que señalan a Bush como el terrorista número uno del mundo ayer en Viena.EFE

Protestas en una ciudad blindada

Al presidente de Estados Unidos le borraron ayer el nombre los manifestantes de tanto repetirlo. " Bush, go home. Bush, Bush go home" ("Bush, vete a casa"). Fue el lema elegido para los actos de protesta contra la política exterior estadounidense, que se sucedieron ayer en Viena, una ciudad blindada por las fuerzas de seguridad. Alcantarillas selladas, helicópteros sobrevolando los cielos y un impresionante despliegue de uniformados dibujaban ayer una postal nada habitual de la capital austriaca.

Para llegar a sus casas, los residentes del centro histórico de Viena tenían ayer que mostrar documentos en los que constara su dirección. Las autoridades cerraron además las bocas de metro del perímetro acordonado en el que tampoco se permitió el tráfico rodado y unos 300 comercios se vieron obligados a echar el cierre. El centro vienés se quedó desierto, a la espera de que George W. Bush volviera a subir al Air Force One y abandonara la ciudad en la que permaneció algo menos de 24 horas.

Fueron los estudiantes de instituto los encargados de dar el pistoletazo de salida de las protestas, con una manifestación poco numerosa pero muy madrugadora.

Escoltados por decenas de policías y autobuses atiborrados de antidisturbios, los jóvenes corearon consignas antiestadounidenses bajo un sol incansable. "Pertenezco a las juventudes socialistas y he venido a quejarme de que Estados Unidos y Europa sean los amos del mundo", explicaba Anna, una joven de 17 años, que todavía no sabe qué quiere ser de mayor.

Ya por la tarde, miles de personas -5.000 según la policía y hasta 15.000 de acuerdo con los organizadores- desfilaron con banderolas y pancartas. Sólo cuando el aparato con el presidente a bordo hubo despegado, la policía permitió al cortejo acercarse al Hofburg, el lugar elegido por el Gobierno austriaco, presidente de turno de la Unión Europea, para celebrar la cumbre con Estados Unidos.

A última hora de la tarde, los altavoces todavía escupían melodías con letras contrarias a la política exterior estadounidense; eso sí, a ritmo de reggae.

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