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Desde el Pacífico
Columna
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¿A quién confiarle la digitalización de los libros?

LA DIGITALIZACIÓN masiva de los casi 32 millones de libros publicados hasta hoy parece inevitable. Los tecnófilos están a favor. La mayoría de las casas editoriales se oponen. Google se propone escanear casi la mitad de ellos, pero suscita mucha reticencia, hasta entre los partidarios del esfuerzo.

"No puedo imaginar un argumento en contra" de la digitalización generalizada, nos declaró Bob Stein, director de The Institute for the Future of the Book (futureofthebook.org). "Es una manera de facilitar las búsquedas en su contenido. Imagínese alguien escribiendo algo sobre la presidencia de Harry Truman en 1948. Podría encontrar lo que se dijo en todos los libros. Se haría en beneficio del discurso intelectual".

"Google es la entidad más aterradora del planeta. Más que Microsoft lo ha sido jamás, porque recopila toda la información del mundo"
En la Edad Media, copiar costaba una fortuna. Gutenberg abarató los precios. Hoy día, reproducir y transportar obras sale virtualmente gratis. El mundo cambia.

El mayor obstáculo lo constituyen las leyes de copyright promulgadas en los tiempos de las obras analógicas. En un artículo publicado en New York Times Magazine, Kevin Kelly, ex jefe de redacción de la revista Wired y apóstol de la cibercultura, explica que las protecciones de ayer han sido ampliadas precisamente en el momento en el que dejan de estar justificadas.

En la Edad Media, copiar costaba una fortuna. Gutenberg abarató los precios. Hoy día, reproducir y transportar obras sale virtualmente gratis. El mundo cambia, y conservar las leyes concebidas en los tiempos del libro analógico lleva prácticamente a prohibir el acceso al 75% de todos los libros publicados: los que fueron producidos antes que autores y editores usaran la computadora y que todavía no están en el dominio público.

Kelly cree en un "imperativo moral de digitalizar" todos los libros. Defiende el Proyecto de Librería Google (books.google.com). Las casas editoriales, dice, tienen una actitud contradictoria. Están a favor de la digitalización de los libros disponibles para que la gente los encuentre más fácilmente, y en contra cuando se trata de libros abandonados "por no ser rentables", precisa Kelly. Estima satisfactorio el hecho, muy polémico, de que Google deje a los interesados la responsabilidad de oponerse a la digitalización de una obra, ya que "es prácticamente imposible encontrar los derechohabientes de obras huérfanas".

La digitalización es buena para los autores, plantea Kelly, ya que facilita el descubrimiento y la promoción de sus obras. "Mientras que un puñado de autores de best-sellers temen a la piratería, cada autor teme la oscuridad". En el fondo, Kelly opina que se trata de "un choque de modelos de negocios". Las copias de hoy "ya no son la base de la riqueza. Las relaciones, los enlaces, las conexiones y la posibilidad de compartir lo son. El valor se ha desplazado de la copia a las múltiples maneras de conseguir, anotar, personalizar, modificar, autenticar, desplegar, marcar, transferir y meterse en una obra". Las casas editoriales dominan el descubrimiento y los motores de búsqueda, la promoción.

Acérrimo partidario de la digitalización, Stein difiere de Kelly sobre la mejor manera de lograrla. "Google es para mí la entidad más aterradora del planeta", declara. "Mucho más que Microsoft lo ha sido jamás... por la sencilla razón de que recopila toda la información del mundo".

"Tenemos una relación de amor con Google por todo lo que nos permite hacer", precisa; "pero lo bueno viene en la misma envoltura que el diablo. Ponemos nuestros recuerdos en la Red y no queremos ver que es peligroso". Stein se queja de que los estadounidenses no lo vean así y agrega: "Por suerte, los europeos están tratando de montar algún tipo de respuesta".

Quaero, el proyecto aludido, descansa principalmente sobre iniciativas estatales y públicas. Quienes tienen duda sobre sus posibilidades pueden interesarse en la Open Content Alliance (opencontentalliance.org) lanzada por Yahoo, el Internet Archive (archive.org) y varias librerías universitarias.

Los libros indexados serán accesibles para todos. Serán tomados, al principio, en el dominio público, y luego, entre los protegidos por el copyright, pero con la autorización previa de los derechohabientes.

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