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CÁMARA OCULTA
Columna
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Las pelotas del cine

Si usted pertenece a la minoría étnica no apasionada por el devenir del Mundial de fútbol es mejor que estos días no salga de casa para charlar con amigos. Es más que probable que no encuentre un lugar en el que no se esté hablando del partido del día o del emitido hace un rato, ya que los hay para todos los gustos, colores, religiones y horarios.

Lástima que la programación cinematográfica se arrugue ante la competencia del fútbol y no le plante cara con estrenos sonados. Sería éste un buen momento para refugiarse en el aire acondicionado de las salas de cine... donde lo haya. Seguramente creen saber los del negocio que la lucha contra el fútbol está perdida de antemano. Se les oye decir desde la noche de los tiempos que al cine le perjudica todo: el buen tiempo, el mal tiempo, el fútbol, la televisión... Hubo una época en que TVE no emitía películas los fines de semana precisamente para favorecer que el público acudiera a las salas. Dio igual. La gente seguía saliendo de casa para ir al cine si le interesaba alguna película, tanto si hacía calor como si caían chuzos de punta.

En la cartelera actual hay excepciones, es decir, buenas películas, faltaría más, y algunas hasta hablan de fútbol, tratando de concitar ambas aficiones. Por ejemplo, Galatasaray Depor, que en el festival de Berlín del año pasado hizo partirse de risa a un público agradecido. Y aunque ya en pocas plazas, siguen en cartel otros dos filmes insólitos y excelentes, también del festival de Berlín: Estrellas de La Línea, el combate futbolístico de unas putas guatemaltecas, y La gran final, que cuenta las peripecias por ver desde distintos confines del mundo el último partido de la Copa del Mundo de 2002. Pero parece que el público no se anima a verlas.

Pocas películas sobre fútbol han interesado a los aficionados al cine o al fútbol, como si ambos espectáculos fueran incompatibles entre sí. Y puede que así sea, ya que aunque se hayan filmado muchísimas películas con el fútbol como tema de fondo, tal como recuerda Carlos Marañón en su excelente libro Fútbol y cine, pocas han sido de éxito. Quizá la cuestión esté en que las cámaras no hayan sabido calar narrativamente la belleza del deporte, o que el cine sólo tenga interés en directo, con la sorpresa de una buena jugada y la incógnita del resultado final. Claro que, en las películas, el fútbol suele ser un simple recurso para tratar otros temas, como ocurre efectivamente en los tres buenos títulos citados más arriba. Cuando tratan directamente de fútbol a cara descubierta -Zidane, vista en Cannes, o Real, recientemente estrenada y desaparecida de cartel-, aún atraen a menos público.

¿Puede el cine batallar contra el fútbol contando precisamente historias de fútbol? Está claro que no. Con motivo del Mundial, el pasado festival de Berlín dedicó especial atención al tema. Sin embargo, las películas de fútbol se perdieron entre las que contaban otras cosas de la vida. Muchas pelotas habría que echarle al cine para que pudiera competir en el mismo terreno con un Mundial de fútbol.

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