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Traza de Juan de Herrera

El hospital de San Andrés y la iglesia del Buen Suceso fueron construidos en el último tercio del XVI con la presumible traza de Juan de Herrera, según ha escrito el investigador Miguel Castillo Oreja, del Instituto de Estudios Madrileños. Se alzaban sobre una parcela trapezoidal, con una ermita con culto desde el siglo XV, donde acaban de hallarse vestigios de su cimentación. Tras morir Herrera en 1597, la construcción, considerada como canon del repertorio arquitectónico renacentista, pasó al aparejador Diego Sillero, autor de la plaza Mayor, y a Francisco de Mora.

Asentado en una escalinata de gradas, a la manera del cercano y desaparecido mentidero y templo de San Felipe, el del Buen Suceso tenía 80 metros de fondo por 60 de anchura; se erguía sobre ocho pilastras de piedra berroqueña labradas a la escoda que soportaban cuatro arcos torales. Encima de ellos, una media naranja sujetaba una cúpula rematada por una cruz que fue abatida en 1755 por el terremoto de Lisboa. Su fachada quedaba jalonada por cuatro columnas basadas sobre sillares. Cuatro columnas toscanas de su claustro se conservan hoy en el interior del patio del Museo Municipal, en la calle de Fuencarral, 78, depositario de excelente información gráfica y escrita sobre la iglesia. Los fustes procedían del antiguo palacio de Bruguera, junto a la plaza de Colón. Aún cabe observar hoy sobre ellos llagas de armas de fuego de las tropas del vicario de Bonaparte, el duque de Berg, disparadas contra patriotas madrileños alzados en la Puerta del Sol contra el impostor el 2 de mayo de 1808.

Desde su origen, en el siglo XVI, templo y hospital -con 60 camas- jalonaron el límite, primero, después el ensanche y, ya en el XIX, el corazón de Madrid, sometido a un crecimiento imparable hacia el Este.

Bajo la advocación de una Virgen milagrosa favorita de la Casa de Austria, la iglesia fue escenario de las exequias, en 1569, de Isabel de Valois, esposa de Felipe II; de la posterior entrada triunfal de la reina Ana de Austria y, un siglo después, de los fastos para recibir a Carlos VII de Nápoles tras ser entronizado como Carlos III de España. Sobre el frontón triangular de la iglesia fue colocado el primer reloj iluminado de la ciudad, por el cual se guiaban las diligencias. En 1854, el hospital y la iglesia fueron demolidos.

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